Una virulencia sin precedentes desde hace más de una década en la región. El ciclón Mocha tocó tierra el domingo 14 de mayo en las costas de Bangladesh y Birmania. Desde entonces, al menos 41 personas han perdido la vida en el estado de Rakhine en Birmania. Las velocidades del viento sostenido en un radio de 75 km alrededor del centro del ciclón son de hasta alrededor de 195 km/h, con rachas y rachas alrededor de 215 km/h. Aldeas, campamentos de rohingya, una minoría musulmana presente en Birmania en particular, han sido devastados.

Con vientos de hasta 195 km/h, Mocha cayó el domingo 14 de abril entre Sittwe, capital del estado de Rakhine, y Cox’s Bazar en la vecina Bangladés, donde hay un laberinto de campamentos para refugiados rohingya que huyeron de la violencia del ejército birmano.

La minoría musulmana rohingya es objeto de restricciones de viaje dentro de Birmania, donde viven en condiciones cercanas al apartheid, según grupos de derechos humanos.

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Aunque asentados en el país durante generaciones, la mayoría de los rohingyas no tienen acceso a la ciudadanía, la salud o la educación, en este país predominantemente budista que el ejército gobierna desde el golpe de estado al 1 de febrero de 2021.

Las comunicaciones se recuperaban lentamente el martes (16 de mayo) en Sittwe, donde viven unas 150.000 personas, señalaron los periodistas de AFP, mientras se despejaban las carreteras y se restablecía Internet.

“No tenía buena salud antes del ciclón, tardamos en descampar”, explica a la AFP una víctima del desastre. “Íbamos a salir, de repente subieron las olas y nos arrastraron”, recuerda. «Perdí a mi esposa, cuatro hijas, tres hijos y una nieta».

Según Futura Sciences, Mocha es el 4º ciclón del año en alcanzar la máxima categoría (5), tras Isla (Australia), Freddy (Madagascar) y Kevin (Vanuatu).

Según la ONU, seis millones de personas ya necesitaban asistencia humanitaria a partir del 14 de mayo en los estados de Rakhine, Chin, Magway y Sagaing, “donde se espera que se sientan los efectos del ciclón”.

Ya en 2008, el ciclón Nargis arrasó el delta del Irrawaddy en Birmania, matando al menos a 138.000 personas. El gobierno en ese momento enfrentó críticas internacionales por su manejo del desastre natural, acusándolo de bloquear la ayuda de emergencia y negar el acceso a trabajadores y suministros humanitarios.