Laetitia Avia es esperada este martes y miércoles ante el Tribunal Penal de París. Citada por la fiscalía, la exdiputada (LREM) de la capital, abogada de formación de 37 años, responde al acoso moral en perjuicio de seis de sus excolaboradores en el Palais Bourbon -un séptimo podría constituir un parte civil a la audiencia. Se enfrenta a dos años de prisión, una multa de 30.000 euros y una pena adicional de inhabilitación.

Los hechos alegados habrían ocurrido entre junio de 2017 y agosto de 2020. No fue el Ministerio Público quien tuvo la primicia, sino la prensa. Un largo artículo de Mediapart, fechado el 12 de mayo de 2020, da efectivamente la palabra a los empleados afectados por la investigación preliminar, realizada íntegramente por el fiscal, abierta posteriormente.

Durante esta legislatura, la diputada defendió el proyecto de ley que lleva su nombre contra el odio en la red. El texto muy controvertido fue adoptado pero censurado en gran medida al mes siguiente por el Consejo Constitucional.

Los ex asistentes parlamentarios describen a un jefe habitual de bromas homofóbicas o racistas. “Votamos por la enmienda PD”, habría saludado en un mensaje interno tras la adopción de una medida de protección para refugiados LGBT. “Huele a chino” o “eres un falso chino, no dominas el Mac”, también habría escrito apuntando a un colaborador de origen asiático que, según ella, no tiene mucho talento en informática. Otro habría sido llamado públicamente «basura de mesa».

Además, se dijo que la Sra. Avia tenía la costumbre de encomendar a sus asistentes, que podían ser coreografiados en cualquier momento, tareas relacionadas con su vida privada: concertar una cita con un notario, reservar un lugar para su marido en Roland -Garros , compre productos médicos sujetos a recetas íntimas en la farmacia o, durante el verano, refresque sus piernas con la ayuda de un atomizador.

En su momento, la interesada había negado en las columnas de Mediapart: “No tolero el racismo, la homofobia y el sexismo”, declaró, y agregó que era, eso sí, “una diputada exigente (…) pero hiperflexible en horarios”. Ahora, defendida por My Vanessa Friedland y Basile Ader, refuta las acusaciones en bloque y se reserva sus explicaciones para el tribunal. En su entorno, se advierte sin embargo, al afirmar que desde el punto de vista legal el delito no sería constitutivo, que ninguno de los denunciantes consideró oportuno detener al médico o a la Inspección de Trabajo, únicos facultados para ello. establecer un vínculo entre los trastornos psico o fisiológicos y las condiciones de trabajo cuestionables.

Las presuntas víctimas tampoco habían emprendido acciones legales antes de desahogarse en la prensa: para los partidarios de la Sra. Avia, el caso es similar a un ajuste de cuentas destinado a desestabilizar a un político valiente y profundamente apegado a los valores de la República.

Varios de los denunciantes han designado a Me Maud Sobel para que los asista, pero ella tampoco desea hablar antes de la audiencia. El artículo de Mediapart informó sobre una referencia del oficial de ética de la Asamblea Nacional, cuyo celo en este archivo en particular es difícil de cuantificar a primera vista.

Si bien se realizaron en el marco de una investigación preliminar, las investigaciones dieron lugar a enfrentamientos. Los familiares de la Sra. Avia afirman que los denunciantes admitieron haber «mentido» en ciertos puntos. A cambio, los familiares de este último sostienen que entonces habrían salido a la luz otros hechos reprochables.

Sea como fuere, la fiscalía retuvo “burlas, denigraciones, comentarios vejatorios (…) destinados a desestabilizar” a los colaboradores del exdiputado, así como una “dirección errática” de su equipo y el establecimiento de un “clima de miedo y malestar”, que el acusado impugnará paso a paso durante dos días.