El Ministerio de Turismo italiano pensó que estaba haciendo lo correcto. Para atraer viajeros extranjeros al país, disfrazó, por el momento de una campaña publicitaria, lanzada el 20 de abril y prevista para un año, a la Venus de Botticelli como influencer. El ícono del arte del siglo XV, de la pintura Nacimiento de Venus, una obra maestra absoluta del Renacimiento de Sandro Botticelli, se pone jeans y un teléfono inteligente para visitar Italia.
Alternativamente, la hermosa mastica una pizza al máximo; se toma selfies para su cuenta de Instagram; monta una Vespa. Pero en Twitter, las reacciones no se hicieron esperar. Muy rápidamente, los usuarios de Internet atacaron a esta «barbie» moderna que «saqueó la herencia italiana». Sus detractores también apuntan a un montón de clichés. “Solo falta la mandolina”, critica un comentarista político. Y para agregar: «lo cual es una pena porque es bien sabido que los italianos lo juegan todas las noches después de la pizza».
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Historiadora del arte y activista de Mi Riconosci, una asociación que «lucha contra todas las formas de explotación y privatización del patrimonio cultural italiano», Livia Garomersini tampoco valoró la campaña publicitaria. En un comunicado el mes pasado, dijo que el anuncio «trivializa nuestra herencia de la manera más vulgar, convirtiendo a la Venus de Botticelli en otra belleza femenina estereotipada».
Producida por la agencia nacional de turismo ENIT y el grupo de publicidad Armando Testa, la campaña habría costado 9 millones de euros, según la directora general de ENIT, Ivana Jelinic. Ella dijo que la campaña fue diseñada para mercados extranjeros para atraer turistas jóvenes. «Nos gustó la idea de que sería una obra de arte atemporal», dijo Jelinic a Associated Press, y agregó que la Venus de Botticelli «nos parecía un ícono inmortal que podría representar a Italia».
No contenta con haber convertido a Venus en una influencer, parece que unos cuantos errores garrafales alimentan aún más el enfado de la italiana. Según Associated Pres, en el video promocional hay imágenes ocultas de una bodega que no está en Italia, sino en Eslovenia. El lema «Abierto a Meraviglia» también es problemático. Una curiosa mezcla de inglés e italiano ya que el gobierno conservador de Giorgia Meloni busca proteger el idioma italiano y convertirlo en un pilar de su cultura.