Le Figaro Nantes
Un «acto inaceptable» símbolo de una tensión «superior» hacia los funcionarios públicos y los funcionarios electos: la amarga observación proviene de Barbara Nourry, alcaldesa de Saint-Mars-du-Désert, una ciudad ubicada a 25 kilómetros al noreste de Nantes. La tarde del lunes se produjo en las instalaciones del ayuntamiento una escena de violencia hasta ahora desconocida en esta zona rural.
Un joven, vecino de la localidad, y conocido por actos de “pequeña delincuencia” se presentó en el local “en horario de apertura”. Según el relato del regidor, pidió ver al policía municipal que estaba allí. “Tan pronto como salió de su oficina, corrió hacia él. Tenía escondida su arma, una especie de barra pequeña de hierro con un extremo puntiagudo”, informa el concejal.
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El policía municipal recibe entonces varios golpes. “No sufre lesiones importantes”, especifica Barbara Nourry. El ataque ocurrió bajo la mirada de varios miembros del personal y funcionarios electos. Algunos intervinieron rápidamente y lograron controlar al individuo hasta la llegada de la gendarmería. Puesto bajo custodia policial, el perpetrador debe ser juzgado en comparecencia inmediata.
Su identidad no es desconocida para las fuerzas del orden. Ya lo investigaban por daños en mobiliario público ocurridos en la localidad en enero y febrero pasados, tras la interposición de una denuncia. La tesis de la venganza es, por tanto, plausible. “Tengo agentes que tienen miedo de volver al trabajo”, lamenta la alcaldesa que dice estar “muy impactada” por los hechos.
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Para «marcar la ocasión», tomó una fuerte decisión: «El ayuntamiento y la agencia postal estarán cerrados mañana [miércoles, nota del editor]». Al mismo tiempo, ya se está trabajando para encontrar formación dedicada a la gestión de este tipo de incidencias para el personal municipal. “Nunca pensé que llegaría a esto”, lamenta.
La alcaldesa, que inicia su segundo mandato tras una experiencia previa como ayudante del urbanismo, está preocupada por la situación actual. «Mucho es mucho. Tienes que decir alto. No hay más diálogo, no hay más discernimiento. Nuestros agentes están en estrés permanente”, advierte.
Cita como ejemplo los «ataques verbales» pronunciados el verano pasado -que califica de «difíciles»- por parte de padres insatisfechos con el tema de la primera infancia. “Está fuera de discusión que estas acciones continúen. Nuestros agentes vienen a trabajar, no a que los asalten”, enfatiza Barbara Nourry.