Le Figaro Burdeos
Como Ícaro, el ala rota del Ángel está llorando. La asociación bordelesa de ucranianos, que había abierto un club escolar en febrero para que sus hijos “no olviden dónde nacieron”, es desalojada por Bordeaux Métropole. La institución, que le había concedido un derecho de ocupación precaria de los locales en desuso del colegio Jacques Ellul, se retractó el 26 de marzo. “La asociación se ha extendido y superado las prerrogativas que se indicaban en el convenio: acoge al público cuando no estaba previsto y Bordeaux Métropole no está asegurado para este tipo de actividad en estos locales”, justifica por escrito el establecimiento público. Consultado por Le Figaro, el contrato de arrendamiento estipula claramente la provisión del lugar para “fines logísticos” con el fin de preparar convoyes de paquetes para ser enviados a Ucrania.
«Había insinuado durante la última renovación del contrato de arrendamiento que podíamos arreglarlo», se ahoga Kristina Jay Kernistka. El portavoz de la asociación “no entiende por qué esta evacuación es tan rápida y tan violenta cuando ya hay mucha violencia en la vida de estos niños”. Para algunos “deprimidos” por la guerra que azota a su país desde el 24 de febrero de 2022, alrededor de sesenta niños fueron acogidos los miércoles y sábados. Para ellos, estos muros se habían convertido en un refugio. La asociación también había comenzado a pintarlos con la ayuda de sus padres para hacerlos más acogedores.
Según L’aile de l’Ange, desalojado un mes después de la publicidad de la apertura de su club, si «Bordeaux Métropole no quiere escuchar ninguna de las soluciones propuestas», es por una razón completamente diferente. “Firmaron un contrato de arrendamiento con el diaconado de Burdeos. Los inmigrantes tienen que instalarse en el ala de al lado”, dice Kristina Jay Kernistka. «No quieren correr el riesgo de convivir con adultos», explica.
Con derecho a revocar el préstamo de los locales cuyos gastos financió, Bordeaux Métropole asume efectivamente esta correlación. “La recepción estaba prevista para el diaconado y no para L’aile de l’Ange. El objetivo de respetar las convenciones es que pueda haber una buena convivencia de los distintos ocupantes en el conjunto del solar”, así indica el establecimiento público.
Para los integrantes de este club escolar de la calle, esta decisión administrativa se vive como una injusticia. «No vi venir el problema. No somos okupas. La moral está en cero y creo que vamos a perder parte del equipo”, dice Kristina Jay Kernistka, muy conmovida por esta idea. Como solución, Bordeaux Métropole ofrece acoger a estos niños en “estructuras cercanas (centro de entretenimiento, biblioteca)”.
Una eventualidad muy poco apta para L’aile de l’Ange, que dio lecciones. “No somos un centro al aire libre”, insiste Kristina Jay Kernistka. De momento, los padres han sido informados por carta del cierre, pero los voluntarios “no han tenido el valor de defraudar” a los pequeños que aún no son conscientes de ello. Su portavoz, sin embargo, va a lo obvio: «Si no encontramos patrocinio o local gratuito, no podremos continuar».