Si bien el tema de las ganancias de las grandes empresas parecía fuera de lugar, Emmanuel Macron acaba de reavivarlo. Este miércoles, durante su entrevista televisiva en el Elíseo, el presidente de la República anunció que pedía al Gobierno que trabajara en una “contribución excepcional” a los “beneficios empresariales excepcionales”. Denunciando el «cinismo» de ciertos grandes grupos que utilizan sus «ingresos tan excepcionales» para «recomprar sus propias acciones», el Jefe de Estado desea que esas sumas «puedan beneficiar» a los trabajadores.

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Estas declaraciones no son triviales. Se hacen eco del deseo del presidente, y de la promesa de campaña, de garantizar una mejor distribución del valor dentro de la economía, según la terminología gaullista. Consciente de la asfixia de ciertos franceses ante la inflación, el Ejecutivo trata así de encontrar el camino al tope, es decir, responder a las legítimas preocupaciones de las familias sin desvirtuar la política de abastecimiento establecida durante el mandato del presidente. primer mandato de cinco años. “Tenemos que encontrar la técnica adecuada, pero las empresas tienen que repartir más a sus empleados”, insistió Emmanuel Macron.

En otoño, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, defendía en esta línea que el reparto del valor debería ser “el gran proyecto de la mayoría”. “Cuando de repente tienes un aumento de dividendos para tus accionistas, entonces la empresa debe tener un mecanismo que sea idéntico para los empleados”, señaló también el Jefe de Estado en octubre pasado, recordando la importancia de repartir el valor entre accionistas y trabajadores al tiempo que enfatizó que «no sirve si damos demasiado a los accionistas y los trabajadores no ven el color».