Si las montañas de residuos apilados en las aceras de la capital están disminuyendo lentamente, los parisinos todavía tendrán que esperar antes de verlos desaparecer. Según Delphine Bürkli, varias alcaldesas de derecha del distrito 9, «llevará de una a dos semanas deshacerse de todo». Este lunes seguían tiradas en las aceras 9.300 toneladas de residuos, según el Ayuntamiento, algo menos que las 10.000 toneladas del viernes.
De los veinte distritos parisinos, diez están gestionados directamente por los servicios municipales y se ven afectados por los disturbios. Para destrabar la situación, la Prefectura de Policía ordenó el jueves pasado requisiciones de personal. Según el ayuntamiento, 118 volquetes realizaron rondas de recolección el sábado y 168 el domingo. En el distrito IX circulaban de esta manera 26 volquetes de seis y diez toneladas, pero “se necesitarían un mínimo de 80 para deshacerse de todos los cubos de basura”, dice Delphine Bürkli. “Este lunes, de los 195 contenedores previstos, 122 no se han podido vaciar, el bloqueo parcial o por filtrado de todas las instalaciones de SYCTOM complica mucho el vaciado de los contenedores y por tanto la recogida”, especifica el municipio en su nota de prensa.
Además de los recolectores de basura, los tres centros de incineración de desechos, Ivry-sur-Seine, Issy-les-Moulineaux y Saint-Ouen, todavía están bloqueados por presas de filtro. Este lunes, el centro de triple transferencia de Romainville, en Seine-Saint-Denis, fue bloqueado por primera vez. Como parte de la requisición, la policía intervino y permitió la salida de unos diez camiones de los 80, conducidos por no huelguistas. Habitualmente, 250 volquetes circulan diariamente por París para recoger 3000 toneladas de residuos, incluido el servicio vespertino.
Para la CGT y el sector de tratamiento de residuos, este requerimiento es ante todo “un golpe de comunicación política del gobierno”. “Hemos activado nuestros servicios jurídicos porque este requerimiento es un orden de jurisdicción inconstitucional, que no es urgente ni vital”, añade el sindicato, que mantendrá la huelga al menos hasta el jueves. Cabe señalar que los empleados que rechacen su requisición se exponen a seis meses de prisión y 10.000 euros de multa.