Alemania no está haciendo lo suficiente para descarbonizar su sector del transporte y reducir la contaminación del tráfico rodado, criticó la OCDE en un informe publicado el lunes (8 de mayo).

“La descarbonización del sector del transporte alemán no va por buen camino”, escribe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en este informe dedicado a la política climática de la primera economía europea. El sector del transporte es tradicionalmente el punto negro del balance de emisiones de CO2 en Alemania.

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Al igual que el año anterior, en 2022 no cumplió los objetivos gubernamentales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, registrando un ligero aumento del 0,7%, según cifras oficiales. “Los esfuerzos para reducir las emisiones se ven obstaculizados por el aumento del número de automóviles privados y el crecimiento del tráfico de vehículos pesados”, señala la OCDE.

La OCDE lamenta las oportunidades perdidas de reforma, ya sea imponiendo límites de velocidad en autopistas, carreteras o peajes urbanos, elevando los precios del estacionamiento. La política de transporte es una de las manzanas de la discordia dentro de la coalición de Olaf Scholz entre el ministro de Transporte del Partido Liberal y los ministros de Medio Ambiente que lo acusan de no hacer lo suficiente contra la contaminación de los automóviles.

Si bien la electromovilidad jugará un papel decisivo en la descarbonización del transporte, “sin embargo, Alemania no debería aspirar a reemplazar todos los vehículos de gasolina o diésel por un automóvil eléctrico”, advierte la OCDE. El país está llamado a “dar pasos audaces para pasar de medidas aisladas principalmente destinadas a poner en las calles autos menos contaminantes, a una estrategia de movilidad integrada”.

El lugar desproporcionado que se otorga al coche “se refleja en el sistema fiscal”, añade la OCDE, y señala que en Alemania, “el producto de los impuestos relacionados con el transporte está muy por debajo de la media de la OCDE”. Así, Alemania “es uno de los pocos países que no cobra un impuesto a la hora de comprar o matricular un vehículo”.

Los coches de empresa, que representan más del 60 % de los coches nuevos, siguen estando sujetos a una tasa fija baja (1 %), lo que genera pérdidas de ingresos fiscales estimadas en 3.100 millones de euros para 2018. Los empleados que se desplazan al trabajo en coche también se benefician de una asignación a tanto alzado ventajosa.

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Los subsidios perjudiciales para el medio ambiente han aumentado en la última década, según la OCDE, y se estimaron en 65 000 millones de euros en 2018, frente a los 48 000 millones de euros de 2008.