El Vaticano anunció el sábado 15 de julio que el Papa Francisco había respaldado el nombramiento por parte de Beijing del nuevo obispo de Shanghái, la diócesis católica más grande del país, y dijo que lamentaba esta decisión unilateral contraria a un acuerdo histórico que prevé un proceso común.
“El Santo Padre ha nombrado obispo de Shanghai, en China continental, S. E. Mons. Giuseppe Shen Bin, transfiriéndolo de la diócesis vecina de Haimen”, dijo el Vaticano en un comunicado.
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En octubre de 2022, el Vaticano y el régimen comunista de Pekín renovaron por dos años su histórico acuerdo firmado en 2018 sobre el espinoso tema del nombramiento de obispos en China, en un contexto de tensiones por la situación de los católicos en el país. Pero a finales de noviembre, el Vaticano había expresado su «sorpresa» y su «pesar» tras el nombramiento de un obispo en una diócesis de China no reconocida por la Santa Sede, al considerar que violaba el acuerdo de 2018, renovado por primera vez. tiempo en 2020.
Luego, Beijing decidió nombrar a Monseñor Shen Bin en Shanghái, nuevamente sin consultarlo. El acuerdo Vaticano-China, cuyo contenido no se ha hecho público, tiene como objetivo reunir a los católicos chinos divididos entre las iglesias oficial y clandestina, mientras le da al Papa la última palabra en el nombramiento de obispos.
En una declaración separada emitida el sábado, el número dos del Vaticano y jefe de la diplomacia, Pietro Parolin, justificó la decisión del Papa por su deseo de no envenenar aún más las relaciones con Beijing. “Estos dos traslados se decidieron sin la participación de la Santa Sede. Esta forma de proceder no parece corresponder al espíritu de diálogo y colaboración establecido entre el Vaticano y China”, dijo.
No obstante, el Papa “decidió regularizar la anomalía canónica creada en Shanghai por el bien de la diócesis y el mejor ejercicio del ministerio pastoral del obispo. Esto permitirá a Mons. Shen Bin a trabajar con la mayor serenidad”, agregó.
El Vaticano, subrayó Pietro Parolin, ahora desea que las dos partes trabajen para «prevenir juntas situaciones de disensión que crean desacuerdos y malentendidos» y se esfuerzan por respetar «el principio fundamental del consenso en las decisiones que conciernen a los obispos».
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Desde la firma del acuerdo entre el Vaticano y China en 2022, el texto ha generado críticas dentro de la Iglesia, y algunos lo ven como un dominio absoluto de Beijing sobre los aproximadamente 10 millones de católicos en el país, donde se han destruido iglesias y guarderías religiosas. cerrado, mientras que se sigue señalando la restricción de las libertades religiosas.