191€. Se trata del volumen de donaciones anuales realizadas de media durante los últimos 12 meses por los franceses en favor de personas en dificultades, según un estudio de Odoxa realizado para Leetchi. El año pasado, esta cantidad fue de 200 euros. Un descenso de 9 euros que se explica por la reducción del número de donantes de más de 300 euros (-7 puntos, para representar el 11% de la población) en un año al mismo tiempo. Con una inflación interanual estable en el 4,8% en agosto, algunos franceses se ven obligados a reservar su poder adquisitivo para sus propias necesidades. Casi uno de cada cuatro encuestados (38%) dice que ha donado menos este año que el anterior. Desde la primera versión del estudio en 2018, la generosidad de los franceses ha caído un 22%.

Esta escasez de apoyo económico a los más precarios se produce en un momento en el que las asociaciones alertan sobre su situación y la de las poblaciones precarias. Más de un mes después de su grito de alarma, los Restos du Cœur creen en particular que no han sido escuchados por el gobierno. «Se está resquebrajando por todas partes», preocupa Pascal Brice, presidente de la Federación de Actores Solidarios (FAS), que reúne a unas 800 asociaciones que luchan contra la precariedad y que fue el origen de una convocatoria de movilización el jueves. “La convocatoria de Restos du coeur lo puso de relieve: tenemos situaciones de precariedad que se extienden y empeoran y tenemos asociaciones agotadas y carentes de recursos”, añade. Para Pascal Brice, la “situación de las personas y la capacidad de las asociaciones para hacer frente a la situación” son “muy preocupantes”. Desde hace varios meses, las asociaciones llaman la atención de las autoridades públicas sobre el fuerte aumento de las solicitudes de ayuda, así como de sus gastos de funcionamiento, que a veces hunden sus cuentas en números rojos.

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Los Restos du Cœur, que aportan el 35% de la ayuda alimentaria en Francia, impresionaron a principios de septiembre al advertir que se verían obligados a limitar el número de sus beneficiarios este invierno. En este tenso contexto, el ejecutivo desveló el 18 de septiembre su nueva estrategia de lucha contra la pobreza que, según la primera ministra Élisabeth Borne, debería “responder a la urgencia de la actual situación social” y “corregir las desigualdades estructurales”. Medidas que van en la dirección correcta pero que siguen siendo muy insuficientes, según los agentes del sector. «Es evidente que la respuesta no está a la altura», subraya Pascal Brice, cuya federación pide «dos medidas de emergencia»: una reevaluación de los mínimos sociales y «una indexación de la financiación de las asociaciones a los aumentos de precios».

En total, el jueves están previstas un centenar de reuniones en toda Francia “para hacer oír la voz de las personas en situación precaria, de los trabajadores sociales y de las asociaciones”, añade el presidente de la FAS. Más de nueve millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza en Francia, o con menos de 1.120 euros al mes para una sola persona, según datos de 2020 del Instituto Nacional de Estadística (Insee).