La lucha de los vendedores informales en Panamá

En las bulliciosas calles de la Ciudad de Panamá, la presencia de vendedores informales es una constante. En cada esquina, en cada boca de calle, e incluso a la entrada del metro, se despliega un mundo de trabajadores que buscan ganarse la vida en un mercado informal que, si bien alimenta a miles de familias, también plantea dilemas sociales y económicos. La acera se convierte en un escenario de disputa entre peatones y vendedores, donde el espacio parece no ser suficiente para todos.

Recientemente, en la Avenida Central, la Alcaldía de la capital tomó medidas drásticas al desalojar a cientos de vendedores informales que ocupaban la vía. Los que lograron quedarse en la entrada de la calle se enfrentan a un futuro incierto, muchos de ellos con décadas de experiencia en el oficio. La escena se repite en otros puntos de la ciudad, como en la emblemática 5 de Mayo, un mercado persa que refleja el carácter diverso y bullicioso de Panamá.

La problemática de los vendedores informales en las calles no se limita a un solo lugar; el Metro de Panamá también enfrenta desafíos constantes para liberar el espacio de seguridad en sus estaciones, al igual que la zona de pago del metrobús. La batalla por sobrevivir y ganarse el sustento diario se vuelve feroz en este contexto urbano.

¿Por qué tantos vendedores informales en las calles?

La complejidad de esta situación se hace evidente al analizar las causas que la alimentan. Por un lado, los especialistas señalan la existencia de empleos mal remunerados y una economía precaria que empuja a muchas personas hacia el trabajo informal. Por otro lado, hay una cantidad significativa de individuos que carecen de las herramientas necesarias para acceder a otras formas de empleo más estables. Esta realidad se manifiesta no solo en la 5 de Mayo, sino también en estaciones como San Miguelito, San Isidro, Cerro Viento, Nuevo Tocumen y 24 de Diciembre, donde la concentración de vendedores informales es mayor.

Diariamente, el personal del metro patrulla las salidas para evitar que los vendedores invadan un espacio ya limitado y obstaculicen la infraestructura clave del transporte público. La tarea es constante: mantener un equilibrio entre la necesidad de estos trabajadores informales y la operatividad de los servicios públicos.

¿Cuál es la ruta a seguir ante esta problemática?

Ante este escenario, los especialistas proponen diferentes ideas y soluciones. Sin embargo, la falta de una respuesta clara por parte de las autoridades, como la Alcaldía de Panamá, genera incertidumbre entre los vendedores informales. En lugares como San Isidro, incluso se han instalado medidores de electricidad en algunos puestos, evidenciando la complejidad y la diversidad de este fenómeno.

La Alcaldía de San Miguelito asegura que se encuentra en marcha un plan para abordar esta situación, aunque reconocen que la solución requiere la colaboración de múltiples instituciones. Mientras tanto, en las calles y estaciones del metro, vendedores como el de bollos buscan hacerse escuchar y ser vistos como individuos que luchan por sobrevivir en un entorno económico adverso.

La buhonería en las calles de Panamá es un reflejo de la precarización del empleo y la economía, pero también es una manifestación de la resistencia y la creatividad de aquellos que encuentran en el trabajo informal una forma de vida. Ante la crisis y los desafíos cotidianos, algunos proponen que los vendedores informales se organicen y busquen nuevas oportunidades en la formalidad.

En lugares como Amador, la lucha por el espacio público entre las autoridades y los vendedores informales ha sido una constante. A pesar de los intentos de regulación y ordenamiento, la crisis persiste y los buhoneros piden ser reconocidos como seres humanos que buscan salir adelante. La complejidad de esta problemática requiere de un enfoque integral y colaborativo para encontrar soluciones sostenibles y equitativas que beneficien a toda la comunidad. Con información de Nicanor Alvarado.