“Hay suficiente para llenar dos vasos y medio”, señala Matthieu, poniendo en práctica sus palabras. Este joven prefiere divertirse con el tamaño diminuto de la jarra que encargó online con su novia. Los dos jóvenes acaban de mudarse a su nuevo apartamento parisino. “No teníamos garrafa, sólo máquinas de agua con gas. Entonces fuimos al sitio web de una tienda que nos gusta”, explica Matthieu. Al pedir su jarra, tras comparar varios modelos, la pareja no prestó atención. “Decía jarra de leche, me dije que funciona muy bien con agua, que el recipiente no define el uso”, bromea Matthieu. Sólo que aquí: cuando les entregan la jarra, en realidad mide… 14 centímetros de alto, menos de la mitad del tamaño deseado. “En la imagen parecía una jarra clásica”, suspira el joven, que admite que no desenrolló la pancarta que detallaba el formato del producto.

Al igual que Matthieu, muchos de ellos son víctimas de estos artículos en miniatura pedidos online. Aunque por el momento no hay cifras disponibles, los testimonios se multiplican en las redes sociales. Consultada por la revista especializada 60 millones de consumidores, afirma que “actualmente estamos trabajando en el tema”, que aún está emergiendo. Según Brendan Witcher, experto en comportamiento del consumidor y tendencias tecnológicas en el sector minorista, «los compradores se han vuelto perezosos: cuando hacen clic en ‘comprar’, automáticamente piensan que es la talla que quieren». Sin embargo, según el experto, “algunas marcas ofrecen deliberadamente a la venta artículos más pequeños y, a menudo, más baratos de fabricar”. El uso de un fondo liso para presentar el producto también tiene la culpa, porque impide al internauta imaginar el tamaño real del objeto.

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Al igual que Matthieu, Pascale se dejó engañar haciendo pedidos online. Este camerunés de 23 años compró una plancha de pelo en un comercio chino. Aunque ya no tiene la referencia del pedido, la compradora afirma que no se indicó la talla. “Cuando vi venir la plancha, fue una cosita”, recuerda. “Con el precio que tiene también… lo compré por 6 euros. Me dije que realmente no era más barato, pero ahora entiendo por qué…”, dice la joven desilusionada. Sin embargo, Pascale no presentó ninguna denuncia y se quedó con la plancha. “Funciona muy bien, es una molestia porque hay que dedicarle más tiempo. Se necesitan algunos hilos a la vez, de lo contrario es muy poderoso”, resume filosóficamente la joven.

Matthieu tampoco solicitó un reembolso por su pedido. “Tuvimos que volver a meterlo en la caja y devolverlo, fue un gran esfuerzo para una garrafa que cuesta 24 €”, explica el joven. “Estamos intentando encontrarle un uso, como jarrón o para poner agua caliente para hacer té”, se consuela. En cuanto a Pascale, el precio del objeto también explica el error de apreciación. «No era caro para una garrafa, un amigo nos había hecho dudar», añade Matthieu. Con el Black Friday, el precio de la jarra incluso bajó hasta los 16,90 euros. Cuando fueron contactadas, las plataformas de comercio online no respondieron a nuestras preguntas. A excepción, eso sí, de Amazon, cuyo portavoz afirma que “los clientes pueden comprar con tranquilidad sabiendo que garantizamos los productos vendidos en nuestras tiendas con la Garantía de la A a la Z”. Sin embargo, esta protección sólo se aplica a las compras realizadas a vendedores del “mercado”, es decir, a particulares.

Para Matthieu y su socio, la desilusión no termina ahí. “Mi madre nos compró una jarra nueva, que además era demasiado pequeña”, dice. Al igual que su hijo, la internauta se dejó engañar por el fondo blanco de la página online del objeto. Matthieu prefiere reírse de ello. “¡Puedes llenar de 4 a 5 vasos con este y es muy bonito!”