Fuertes lluvias cayeron sobre Haití durante el fin de semana, y dejaron al menos 42 muertos y 11 desaparecidos según el reporte de protección civil del lunes 5 de junio. El mal tiempo ha provocado importantes inundaciones y deslizamientos de tierra en siete de los diez departamentos del país, ya sumidos en una crisis humanitaria alimentada por la violencia de las pandillas. Según la ONU, que contabiliza por su parte 15 muertos y 8 desaparecidos, las lluvias afectaron a 37.000 personas y provocaron 13.400 desplazamientos.
La ciudad de Léogane, ubicada a 40 km al suroeste de la capital, Puerto Príncipe, se vio particularmente afectada, con daños causados por tres ríos desbordados. Al menos 20 personas murieron allí, según el primer informe de socorro. “Los vecinos están desesperados. Lo perdieron todo. Las aguas arrasaron sus campos, se llevaron su ganado”, dijo a la AFP el alcalde de Léogane, Ernson Henry. Miles de familias se ven afectadas en su localidad, dijo también, al subrayar que la población necesita con urgencia alimentos, agua potable y medicinas.
Estas inundaciones también causaron grandes daños materiales en todo el país, destruyendo cientos de viviendas y dañando varias carreteras. “Aunque no se trata de un ciclón ni de una tormenta tropical, los daños observados en las zonas afectadas son considerables”, dijo en un comunicado de prensa Jean-Martin Bauer, coordinador de la acción humanitaria de la ONU en Haití. El primer ministro Ariel Henry activó el Centro Nacional de Operaciones de Emergencia (NEOC) en respuesta.
Este alto costo pone de relieve la vulnerabilidad del país a los desastres naturales y las fallas en términos de reducción de riesgos, mientras que la temporada de huracanes apenas comienza. Según Ernson Henry, la realización de trabajos en las cuencas de los ríos podría haber permitido limitar los daños en Léogane. Incluso antes de estas inundaciones, Haití ya enfrentaba una grave crisis humanitaria, con casi la mitad de su población necesitada de asistencia humanitaria, una cifra que se ha duplicado en solo cinco años, según la ONU.