Enviado especial a Nueva Delhi
Para el primer ministro indio, Narendra Modi, esta ceremonia tuvo una carga simbólica muy fuerte. El líder nacionalista hindú, anfitrión de la cumbre del G20 que finaliza este domingo a primera hora de la tarde, invitó por la mañana a sus ilustres invitados a reunirse alrededor del monumento a Gandhi.
En el corazón de la megalópolis de Delhi, cuadrado y con 130.000 policías y soldados, el sitio del Rajghat mantiene la memoria del pacifista y activista independentista asesinado en 1948.
Irónicamente, el asesino de Gandhi, Nathuram Godse, era un activista nacionalista hindú y ex miembro del RSS, la principal organización fundamentalista hindú en la que Narendra Modi trabajó durante su juventud y parte de su vida. Luego, Modi se unió al BJP, el ala política del RSS en 1987, a los 37 años.
Una llama eterna arde al pie de una losa de mármol erigida en el lugar donde fue incinerado Mahatma Gandhi. Un lugar sagrado que no se puede contaminar con los zapatos. Además, la mayoría de la veintena de jefes de Estado se acercaron descalzos al monumento, evitando los charcos de agua de lluvia.
Cada uno está rodeado por una bufanda color crema presentada por Narendra Modi. Joe Biden tiene derecho a zapatillas blancas, mientras que Sergei Lavrov, el ministro de Asuntos Exteriores en representación de Vladimir Putin, camina con zapatillas grises, similares a los tapochki que se usan en los interiores rusos. Los jefes de estado se encuentran en tres lados del monumento, cada uno frente a una corona de flores blancas colocada sobre un trípode. Mientras Narendra Modi muestra una máscara solemne, a pocos pasos de distancia, el británico Rishi Sunak –hindú– charla con Joe Biden con una sonrisa, antes del minuto de silencio.
La escena ofrece la imagen de una comunión surrealista. Los partidarios de Ucrania, Joe Biden, Emmanuel Macron, Rishi Sunak, Olaf Scholz, Giorgia Meloni y Ursula von der Leyen, se encuentran a pocos pasos del jefe de la diplomacia rusa. El cual, justo el día anterior, según una fuente diplomática, repitió que la guerra fue provocada por Ucrania y que Rusia estaba en resistencia contra Estados Unidos. Al mismo tiempo, cuando el sol apenas salía en Kiev, el gobierno ucraniano anunció que el país había sido atacado por 32 drones rusos, 25 de los cuales fueron derribados.
El sábado, los líderes del G20 adoptaron una declaración conjunta. El texto con redacción diplomática fruto de largas negociaciones defiende, en el párrafo dedicado a la guerra en Ucrania, “la integridad territorial y la soberanía”. Pero sin condenar expresamente a Rusia (se refiere a la condena expresada el año pasado en el G20), que el gobierno ucraniano deploró.
Una vez finalizada la breve ceremonia, los “VVIP” (Personas muy, muy importantes), según la terminología de los servicios de seguridad, se reunirían para una tercera y última reunión de trabajo. Después de las sesiones de la víspera “Una Tierra” y “Una Familia”, se debatió el tema “un futuro común”.
Emmanuel Macron debía volar por la tarde para visitar el vecino Bangladesh.