Es una ecoguerrera de otro tipo: la violonchelista Olivia Gay inicia un ciclo de recitales en varios bosques de Francia para sensibilizar a la opinión pública sobre las amenazas del cambio climático sobre los árboles, especialmente los abetos, imprescindibles para su instrumento.
À partir du 6 mai, elle se produira dans un parc dans l’Oise, dans les forêts de Saint Apolline en région parisienne, d’Aigoual, et surtout dans la forêt de la Teste-de-Buch en Gironde, ravagée par les feux el verano pasado. “El 12 de julio tocaré en este bosque, un año después del incendio, para traer de vuelta a la gente a la escena”, dice el músico formado en el Conservatorio de París y en Alemania. “Al llevar al público al bosque, espero que puedan establecer un vínculo directo con este entorno que les rodea”, añade.
Habiéndose convertido en embajadora de “Agir pour la forêt”, el fondo de dotación de la Oficina Nacional Forestal, firmó una asociación en 2022 según la cual parte de las ganancias de sus conciertos y la venta de sus discos se dona para mantener los bosques afectados. Un primer ciclo lanzado el año pasado había contribuido a financiar la reforestación del bosque de Echarcon en la región parisina, diezmado en más de un 50% por la enfermedad de la tinta del castaño. «Crecí con la naturaleza, nací cerca de los Vosgos y lo que realmente me motivó a involucrarme por el bosque fue la sequía y estos mega incendios, una consecuencia espectacular y el calentamiento global», dice Olivia Gay a AFP.
“Pero también está esa muerte silenciosa, por las enfermedades que afectan a los árboles” debilitados por la sequía, lamenta el violonchelista, que vive al borde del bosque de Fontainebleau, cerca de París. Como el escarabajo de la corteza, un diminuto insecto que prolifera con el cambio climático y hace estragos en los abetos al infiltrarse bajo su corteza. Desde 2018, la crisis del escarabajo descortezador se ha acelerado, particularmente en el noreste, y con ella, la disminución de los bosques.
La madera tonal de abeto es fundamental para la fabricación de la tapa armónica de los instrumentos de cuerda; le permite vibrar fácilmente y resistir la presión del puente que sostiene las cuerdas. Más allá del aspecto de luthier, Olivia Gay toca un violonchelo de 1733, prestado por la Sociedad Internacional de Violín de Beare en Londres, y espera que esta experiencia inmersiva pueda crear conciencia.
“Como músico clásico apasionado por los bosques, siempre me he preguntado cómo puedo ayudar a la preservación de la tierra usando mi instrumento como vector emocional”, dice. Su pasión por el bosque ya había inspirado sus primeros discos, entre los que destaca el tercero, Whisper me a tree (Susurrame un árbol), publicado en septiembre.
El repertorio que interpretará bajo los árboles, acompañada por los pianistas Celia Onéto-Bensaid y Aurélien Ponti, está extraído a su vez de piezas relacionadas con la naturaleza, como Le silent de la forêt de Dvorak o la suite Dans la forest de David Popper. Para, espera, “enviar un mensaje a toda Francia gracias a esta mezcla entre la música de la naturaleza y la música que se toca”.