El martes se solicitó una pena de prisión suspendida de 12 meses contra un piloto empleado en un club de paracaidismo en Tarn-et-Garonne por decapitar a un hombre de 40 años que practicaba traje aéreo en pleno vuelo.

El 27 de julio de 2018, Nicolas Galy, ingeniero aeronáutico, fue golpeado, a 4.000 metros de altitud, por un ala del avión del que acababa de saltar diez segundos antes. El traje de alas consiste en saltar al vacío con un traje de salto alado flexible antes de abrir el paracaídas.

El piloto, empleado de la Escuela de Paracaidismo de Midi-Pyrénées, en Bouloc-en-Quercy (Tarn-et-Garonne), no debería haber volado ese día, ya que su estado de salud le impide volar solo, temporalmente, según la investigación. realizado por la Oficina de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (BEA). Procesado por homicidio ante el tribunal penal de Montauban, el piloto de 64 años dijo en la audiencia que pensaba que su licencia era válida.

La escuela de paracaidismo de Bouloc-en-Quercy también está siendo procesada en este caso por violaciones de seguridad. El fiscal solicitó una multa de 20.000 euros, de los cuales 10.000 en suspensión, contra la asociación, acusada de no haber controlado la licencia de su empleado.

Desde la tragedia, las medidas de seguridad se han reforzado y son más draconianas y las reuniones informativas se han vuelto obligatorias, subraya la presidenta de la escuela, Isabelle Deschamps. Añade que el acusado, piloto jefe del club, era él mismo el responsable de comprobar las licencias de los demás pilotos. La abogada de la parte civil, Emmanuelle Franck, deplora “mucha imprudencia o negligencia”.

Inmediatamente después del descenso, el piloto de la aeronave inició el descenso hacia la pista del aeródromo. No hubo consulta previa al salto sobre la trayectoria a seguir. El presidente del tribunal señaló una falta de comunicación entre la víctima y el piloto.

Para el fiscal, “la víctima es la única que respetó las normas sin negligencia”. “Esta tragedia afecta a todos y compartimos el dolor de las víctimas. La práctica es extremadamente peligrosa. Volando tocamos el límite del ser humano”, dijo en defensa de la piloto Elsa Correa Barbaris.

La decisión quedó reservada hasta el 21 de noviembre.