Se respira emoción en esta quinta clase de secundaria de la escuela Chêne-Bleu, en Pincourt, en Île Perrot. Es el último período del día y se acerca el final del año escolar. Los alumnos llegan a clase con el anuario en la mano, buscando palabras de despedida y firmas.
Su profesor de francés, Thomas Poirier, les invita a dejar sus álbumes a un lado. Al frente de la clase, frente a la pizarra interactiva y detrás de un micrófono, Patrick Richard se prepara para presentarles su creación, La Voz del Padre, el Camino del Hijo. Durante 40 minutos, el creador de contenidos digitales recitará un texto acompañado de archivos de vídeo, fotografías, música y una buena dosis de humor. Tema ? Su vida, sencillamente, que le cuenta a este padre desaparecido.
“He filmado muchas cosas en mi vida. Inconscientemente quería evitar que mis hijos vivieran el trauma que yo viví, yo que siempre busqué la voz de mi padre”, resume.
Su padre, Robert, se suicidó el 7 de abril de 1986, luchando contra el abuso de sustancias y problemas de salud mental. El daño colateral del suicidio es enorme. Patrick Richard avait 10 ans à l’époque, presque 11. À l’adolescence, il a trouvé un « remède » à sa peine, à sa peur de prendre sa place, de se tromper, d’être rejeté : l’alcool, la droga.
En su relato, Patrick Richard relata este primer “apagón”, a los 15 años y 3 meses, delante de todos sus familiares. También habla de ese papel de payaso que adoptó para sobrevivir y aligerar el ambiente en casa. De su maestría universitaria que completó a pesar de la tisis. De estos viajes a la India donde se deshizo de sus últimos pinceles.
Luego habla de esta terapia, en el año 2001, con la que inició su recuperación y reconstrucción.
“Salí de allí con una forma de vida que ciertamente podría haber salvado la tuya, y también cuadernos para escribir mi vida”, le dice Patrick Richard a su padre. Basa su relato en textos que escribe todos los días desde hace 15 años, en particular los que firmó el 7 de abril, fecha en la que su padre se suicidó.
Desde 2022, Patrick Richard ha presentado su proyecto al público en una veintena de clases y media docena de veces. Quiere iluminar a los jóvenes y a los padres, el modelo de un hombre que acoge su vulnerabilidad y expresa sus emociones. “Chicos, no vamos a menudo a estos lugares”, señala Patrick Richard a los estudiantes, cuya atención ya no se centra en el anuario, sino en el intercambio que presencian.
A la actuación siempre le sigue un intercambio. Ese día, el trío formado por Ryan Maliki, Zachary Lamontagne y Vincent Valiquette le hizo varias preguntas a Patrick Richard. ¿De dónde vino el detonante para querer salir de ello? ¿A quién van dirigidos los textos que escribe cada día? ¿Qué le diría a Patrick, de 10 años?
Otro estudiante se secaba los ojos con la cabeza apoyada en el escritorio. Muchos adolescentes ya tienen 15, 16 o 17 años y pasan por muchas cosas, subraya Patrick Richard, que asegura que los estudiantes con problemas son supervisados por la escuela.
En el futuro, a Patrick Richard le gustaría volver a las aulas por segunda vez para dirigir un taller creativo con jóvenes. “Detrás de cada herida hay un gran tesoro que se puede liberar”, concluye.