En mitad de la noche, temprano el martes 24 de octubre de 2023, Emmanuel Macron voló hacia el Este con una sola idea: aportar un pilar francés al esfuerzo en curso para reconstruir la paz en la región. El juego de Francia es triple: expresar solidaridad con Israel golpeado por el terrorismo; impedir que este conflicto encienda toda la región; avanzar en la solución de un Estado palestino, que viva lado a lado y en paz con Israel.
La primera parada del viaje presidencial fue el Estado judío. Era esencial que el presidente brindara personalmente el apoyo moral y diplomático de Francia a su viejo amigo, golpeado el 7 de octubre por un ataque terrorista islamista diez veces más mortífero que el del Bataclan en París. Ofreció sus “condolencias, las de una nación que, como usted, ha llorado vidas jóvenes (…) truncadas por el salvajismo del terrorismo”. El hecho de que Israel ya no dependa de Francia para su seguridad no ha debilitado en modo alguno los fortísimos vínculos bilaterales: Francia tiene la comunidad judía más grande de Europa e Israel cuenta con cientos de miles de francófonos.
«Nuestros dos países están unidos por el mismo duelo», añadió Emmanuel Macron junto al primer ministro Benjamín Netanyahu. Habló de “una guerra entre barbarie y civilización”, prometiendo una vez más “destruir” a Hamás. Pero, a los ojos de Emmanuel Macron, el terrorismo islamista es un problema global más que local. Por lo tanto, a su juicio, requiere una respuesta unida de todos los países de buena voluntad. Frente a Benjamín Netanyahu, el presidente francés llegó incluso a proponer, como ya se había hecho contra Daesh, crear “una coalición” de países occidentales –y tal vez de Oriente Medio– para luchar juntos contra todos los movimientos terroristas, empezando por con Hamás. Consciente del riesgo de que el conflicto estalle, llamó a Irán, principal apoyo de Hamás, así como del Hezbolá libanés y de los hutíes en Yemen, a «no correr el riesgo de abrir nuevos frentes».
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¿Significa esto que mañana veremos el portaaviones Charles de Gaulle navegando por la costa de Gaza o el envío de fuerzas especiales francesas a Palestina? No. La idea presidencial está en estado de “proyecto”, subrayan personas del entorno presidencial, e Israel, por el momento, no ha solicitado ayuda militar a Francia.
Es probable que la propuesta de Emmanuel Macron sea mal recibida por las poblaciones árabe-musulmanas de Oriente Medio y Europa. Para estos últimos, Hamás sigue siendo un movimiento nacionalista y no internacionalista. Para ellos, Hamás ganó (en 2006) las únicas elecciones democráticas jamás organizadas en Palestina, pero Occidente se negó a respaldar este resultado democrático y a discutir con él. Para ellos nuevamente, el salvajismo terrorista de Hamás es el resultado del confinamiento del territorio de Gaza durante más de diez años. Finalmente, para ellos, los bombardeos indiscriminados de la ciudad de Gaza por parte de aviones israelíes son crímenes de guerra no menos graves que los cometidos por Hamás.
Los dirigentes políticos de Hamás, residentes en Turquía o Qatar, esperaban de Francia una actitud menos hostil, o incluso una posible postura mediadora. Es como si estos líderes políticos no percibieran la gravedad de los crímenes bárbaros cometidos contra civiles por los combatientes de su rama militar. En 2008, Francia incluyó a Hamás en la lista de organizaciones terroristas, privándose así del único interlocutor posible en Gaza. Hoy, después de los horrores del 7 de octubre, no hay vuelta atrás.
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Emmanuel Macron lo dijo claramente: Francia sólo reconoce a la Autoridad Palestina presidida por Mahmoud Abbas, de 88 años, como representante legítima del pueblo palestino. Es por eso que el presidente francés viajó el martes por la tarde a Ramallah, en Cisjordania, para hablar con el antiguo líder, que ha sido bastante desmonetizado entre la juventud palestina. Tras su propuesta de crear una “coalición anti-Daesh”, el presidente francés fue recibido con un desfile de protesta en la “capital” palestina.
La segunda parte de la diplomacia macroniana es evitar que el conflicto se extienda a toda la región. Por ello, el presidente predicó la moderación a sus interlocutores israelíes en sus respuestas a los tiroteos esporádicos procedentes del sur del Líbano, controlado por el chií Hezbolá.
Finalmente, la tercera parte de la diplomacia presidencial es relanzar la idea de que debemos resolver de una vez por todas el problema palestino dándole a este pueblo un Estado capaz de vivir en paz junto a Israel. Esto es lo que empezó a hacer el gobierno de Yitzhak Rabin después de los Acuerdos de Oslo de 1993. Un proceso que Netanyahu, entonces líder de la oposición, había combatido con todas sus fuerzas, hasta el punto de acusar a Rabin de traidor. Macron habló extensamente, en el Hotel Citadel de Jerusalén, con Yair Lapid, el único político israelí importante que apoya la necesidad de un Estado palestino.
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Emmanuel Macron planteó estos temas en todas las entrevistas que mantuvo el martes en Jerusalén con líderes israelíes, incluido el general Gantz, miembro del gabinete de guerra. Junto al presidente israelí, Isaac Herzog, destacó también que “el primer objetivo que debemos tener hoy es la liberación de todos los rehenes, sin distinción alguna”.
Desde la guerra de independencia de Israel en 1948, Francia siempre ha estado preocupada por la seguridad de este Estado. Le transfirió sus secretos nucleares y le entregó sus misiles, tanques AMX y aviones de combate Mirage III. En su famosa conferencia de prensa de noviembre de 1967, el general De Gaulle, aunque crítico con la instalación militar israelí en los territorios tomados durante la guerra de junio de 1967 contra los árabes, reafirmó que Francia no toleraría que nadie tocara la seguridad del Estado judío. Emmanuel Macron es parte de esta historia, pero su propuesta de coalición corre el riesgo de complicar su misión con los vecinos árabes de Israel.