La sanción cayó este lunes para la rebelde Raquel Garrido. Después de meses de resistencia contra la línea mélenchonista, Insoumise fue privado del derecho a ser “portavoz del grupo en los procedimientos parlamentarios por un período de cuatro meses”. Al final de una hora y media de audiencia celebrada por la oficina del grupo La Francia Insumisa (LFI), se vio notablemente privada de preguntas al gobierno y de explicaciones de voto, según supo en un comunicado de prensa.
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El aparato rebelde, sin embargo, se defiende de cualquier ataque ideológico, asegurando que no se le acusa de “defender sus ideas”, sino de “una acumulación de acciones y declaraciones repetidas que perjudican el buen funcionamiento colectivo del grupo parlamentario”.
Hay tres cargos. Se reprocha a la electa de Seine-Saint-Denis haber difundido “informaciones falsas en la prensa sobre el grupo o sus miembros”, pero también por su “cuestionamiento y denigración ad hominem de varios miembros del grupo” así como de sus “ agredir a empleados del grupo parlamentario”. Según el mismo comunicado, dos miembros de la oficina rebelde se encargaron de “mantener la mediación para que la vuelta a la normalidad se produzca en las mejores condiciones”.
Raquel Garrido lleva muchos meses causando revuelo dentro del movimiento de izquierdas. En octubre, el diputado ya hizo una mordaz observación del Jefe Rebelde al juzgar que Jean-Luc Mélenchon “sólo había hecho daño durante diez meses”. Unas semanas más tarde, Raquel Garrido reiteró la acusación, dejando al descubierto sus diferencias con el líder del LFI en las columnas de L’Obs: «Soy una rebelde que critica a Mélenchon, ¿tengo derecho?».
L’Insoumise reaccionó fuertemente en X (antes Twitter), criticando irónicamente el «sentencia de la CPI (Tribunal Penal Insumiso)». “4 meses, ¿eso significa algo para ti? Es como Adrien Quatennens…”, señaló en referencia al castigo infligido al diputado del Norte por actos de violencia doméstica. Y para expresar su emoción: “Me siento humillado, estoy enojado, me da vergüenza ver esta evolución del proyecto político al que he dedicado 30 años de mi vida”.
Su colega de París, Danielle Simonnet, le mostró una “solidaridad total”. “¿Una sanción disciplinaria para “disolver” desacuerdos políticos? ¿Y lo mismo que contra alguien que fue condenado por violencia doméstica? ¡Insoumis.es no acepta esto!”, instó a los activistas del movimiento.