La liberación de las voces de las mujeres también ocurre digitalmente. Si bien el debate sobre la violencia sexual y de género se ha vuelto central con la llegada del movimiento MeToo, Priscillia Routier-Trillard creó una aplicación móvil gratuita en 2019, llamada The Sorority, con el objetivo de “romper el aislamiento de las mujeres y las personas de las minorías de género”. diariamente. Responsable de operaciones hace unos años en una gran empresa francesa especializada en la nube, decidió lanzarse a la aventura después de un segundo agotamiento. Habiendo tenido una necesidad vital de ayudar a los demás, tras sus problemas de salud, diseñó una nueva herramienta. Cuya ambición es luchar contra “diversos factores psicológicos” que se “activan en casos de agresión o situaciones violentas”. Es decir, el “efecto aturdidor” y el “efecto testigo”.
El objetivo es claro: revertir este asombro y “desplazarlo sobre los hombros de quien ataca”. Iniciada en versión beta durante el primer confinamiento, la aplicación apareció en las tiendas en septiembre de 2020. Tres años después, de las 200.000 solicitudes de entrada, 170.000 mujeres tienen un perfil verificado. Abierto a mayores de 12 años desde este verano, previa autorización de un representante legal, The Sorority cuenta entre sus usuarios con mujeres, principalmente de entre 15 y 30 años. También presume de haberse “convertido en la primera comunidad de ayuda mutua del mundo”. En su búsqueda, una cosa quedará segura: no hay hombres. Para evitar la aparición de un acosador o una expareja violenta, las mujeres que deseen registrarse deberán tomarse un selfie en tiempo real y aportar una identificación. Por tanto, la aplicación tiene forma de red social, cada persona tiene la posibilidad de elegir una imagen de perfil.
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Con estas decenas de miles de usuarios, ¿cómo funciona la aplicación? Ayuda a conectar a las personas que se sienten aisladas y a las que quieren ayudar. “Si nos siguen en el transporte o por la noche, podemos activar un botón de emergencia y, a partir de ese momento, se establecen cincuenta contactos con personas geográficamente cercanas”, explica Priscillia Routier-Trillard. Para ello se proponen tres opciones: una tarjeta, para tener “ayuda de proximidad o incluso la provisión de un lugar seguro para escapar lo más rápido posible”; una búsqueda, “para encontrar apoyo, escucha atenta y atenta en cualquier momento”; chatee o llame para obtener ayuda inmediata.
Las personas llamadas pueden así avisar a las autoridades sobre aquellos que se encuentran en peligro. O intervenir directamente en el lugar del ataque. “La idea es que las víctimas se digan a sí mismas: ‘Sé que no estoy sola’”. Medidas necesarias para permitir que cada mujer se sienta protegida en los espacios públicos y actuar contra la violencia doméstica. Para conservar su base, The Sorority también ofrece una sesión de formación cada mes “que permite a las personas tener buenos reflejos”, indica el fundador de la aplicación. En el que se especifica que la solicitud también está disponible para los franceses en el extranjero, en coordinación con el Ministerio de Asuntos Exteriores. “Hay miles de kilómetros entre nosotros y nuestros seres queridos. Puede haber dependencia económica o emocional, con una persona violenta, y tenemos poca gente con quien hablar”, apunta.
¿Qué sigue ahora? “Estamos a la espera de firmar un acuerdo con el Ministerio del Interior. Esto permitirá que nos reconozcan en las comisarías”, añade Priscillia Routier-Trillard. Además, la joven trabaja desde hace varios meses con empresas de transporte, que se ponen en contacto con ella para anticipar cualquier agresión física o verbal, en particular con vistas a los Juegos Olímpicos del verano de 2024. “Una investigación interna, entre nuestros usuarios, demostró que Una abrumadora mayoría se sintió segura en el transporte gracias a la aplicación”, afirma Priscillia Routier-Trillard. Y advertir: “Con la RATP hemos iniciado discusiones pero es muy político”.