Toshiba se declaró el jueves a favor de una oferta de un consorcio japonés para comprar el antiguo buque insignia industrial y tecnológico japonés por casi 2.000 millones de yenes, o unos 14.000 millones de euros al tipo de cambio actual.

El consejo de administración de Toshiba, sin embargo, no llegó a recomendar esta oferta pública de adquisición (OPA) a sus accionistas, «por el momento», según un comunicado de prensa. La oferta de adquisición por el consorcio liderado por el fondo de capital privado Japan Industrial Partners (JIP) debería lanzarse a fines de julio como muy pronto, dijo el grupo. El consorcio ofrece un precio de 4.620 yenes por acción, o un monto total de 1.998,7 mil millones de yenes.

Esta es una prima de menos del 10% en comparación con el precio de cierre de las acciones de Toshiba el jueves en la Bolsa de Valores de Tokio (4213 yenes). La saga de una posible adquisición de Toshiba se ha prolongado durante dos años. Sus líderes habían descartado durante mucho tiempo considerar tal curso, antes de resignarse en abril de 2022 bajo la presión de los muchos accionistas activistas del grupo.

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Debido a la naturaleza muy sensible para el estado japonés de muchas actividades de Toshiba (presentes en particular en las tecnologías nuclear, de defensa, de semiconductores o incluso cuántica), una adquisición por parte de inversores extranjeros parecía difícil de concebir. Se elaboró ​​así una solución japonesa con JIP, que en particular se alió con 17 empresas japonesas y 6 bancos del país para armar su oferta. Un grupo cuyos orígenes se remontan a 1875, Toshiba ha sido durante mucho tiempo un símbolo de la industria japonesa triunfante y una marca de referencia para varias generaciones de japoneses.

Pero el grupo ha perdido gran parte de su brillo desde que se reveló un gran escándalo de maquillaje de sus cuentas en 2015, seguido de pérdidas masivas vinculadas en particular a la derrota de su filial estadounidense de equipos nucleares Westinghouse, que ahora ha sido vendida. Apostando por su supervivencia, Toshiba tuvo que desprenderse de muchos activos, incluido su valioso negocio de chips de memoria Toshiba (ahora Kioxia), y abrir su capital a una serie de inversores extranjeros. El conglomerado también ha atravesado una profunda crisis de gobernabilidad en los últimos años, con salidas en cascada de sus líderes frente a una revuelta de sus accionistas activistas, insatisfechos con su desempeño financiero y que presionaban por la solución de una OPA.