Le Figaro Niza
Un conflicto vecinal banal, algunas escaramuzas y, de repente, un estallido de violencia. El miércoles 10 de enero, por la tarde, una familia rumana de origen moldavo fue atacada con barras de hierro por sus vecinos. La escena tuvo lugar en un edificio de la Avenue des Diables-Bleus, en Niza. Los sospechosos, dos hermanos, también ciudadanos moldavos, derribaron la puerta del apartamento de sus víctimas y luego golpearon al padre, a la madre y a la hija con una llave y barras de metal.
La hija de diez años de la pareja sufrió graves heridas en la cabeza. Transportada al hospital con su madre, quedó incapacitada para trabajar durante un mes. Borrachos en el momento del incidente, los dos atacantes huyeron rápidamente. Uno de ellos fue capturado sin dificultad. Puesto bajo custodia policial y luego acusado, permaneció en prisión preventiva en espera de su juicio. Pero eso fue sin contar con la intervención de un juez de libertades y detención (JLD) que decidió darle la libertad a este hombre.
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Una decisión vivida muy mal por las víctimas, así como por su abogado, el señor Paul Sollacaro. “Lo que más me sorprende es que la fiscalía no apeló esta decisión de la JLD. Mientras apela a todo y a cualquier cosa”, se molesta. Según él, se daría prioridad a determinados expedientes en detrimento de otros. “Existe el deseo de estar muy atentos a las cuestiones relacionadas con las drogas. Es casi político, señala. Por un lado lo entiendo, pero la misma vigilancia de la fiscalía debe aplicarse a casos tan graves como éste.
Interrogado, el fiscal de Niza, Damián Martinelli, precisó que contra el liberado se «prohibió el contacto con las víctimas» y que «cualquier incumplimiento dará lugar a una solicitud de revocación» del control judicial. “Pero mientras tanto, este hombre ha regresado a su casa… justo al lado de sus víctimas”, afirma una fuente cercana al caso. También resta que su hermano, otro implicado en este caso, siga postulándose. Nada impide que los dos hombres se consulten en el futuro.