El empresario Vianney d’Alançon es propietario del castillo de La Barben, donde ha instalado su parque temático, Rocher Mistral.
» Papá ! Papá ! ¡Se habría sentido tan bien darle una paliza! »
Napoleón tenía sólo unos pocos años cuando pronunció estas palabras en las calles de Ajaccio. Evidencia de un sincero y temprano apego al respeto y al honor cuando un soldado burlón lo invitó a regresar con su enfermera.
En 2022, el Estado hará exactamente lo contrario. En respuesta a la violencia inaceptable sufrida por la policía, Gérald Darmanin se dirigió a la isla no tanto para condenar estos hechos como para anunciar, para sorpresa de todos, que el gobierno estaba dispuesto a «ir hasta la autonomía».
El mencionado horizonte de “autonomía” preocupa a todos aquellos que se toman en serio la cuestión de la unidad de Francia en una época en la que el patriotismo flaquea. Sólo el 16% de los franceses dicen tener el “sentimiento de pertenencia a la comunidad nacional”, según una encuesta del Cevipof de septiembre de 2021.
Detrás de esta palabra “autonomía”, en última instancia bastante vaga, ¿qué promete Gérald Darmanin? Como mínimo, es una forma de reconocer que Córcega es un territorio que debe ser tratado de manera diferente a otras comunidades francesas. Esta promesa corre el riesgo de dar alas a los “advenedizos” que sueñan con la independencia y que nunca estarán satisfechos con una simple autonomía, al tiempo que ofende a la abrumadora mayoría de los corsos que están profundamente apegados a Francia.
Esta declaración del Ministro del Interior ensombrece sobre todo la riqueza de más de doscientos cincuenta años de vida común que une a Francia y Córcega.
¿Tendremos mañana que considerar a Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, como un extranjero? Qué paradoja cuando salimos de un año de celebración del bicentenario de la muerte de Napoleón que emocionó a los franceses y mostró una vez más la huella indeleble que el emperador del Arco de Triunfo dejó en el Código Civil, del sol de Austerlitz en la creación del Banco de Francia. Emmanuel Macron, en un discurso pronunciado en Los Inválidos, junto a la tumba de Bonaparte, el 5 de mayo de 2021, celebró su herencia “eterna” y el hecho de haber “buscado constantemente la unidad y la grandeza del país”. ¿Y es este legado, apreciado por tantos franceses, recordado por el Presidente de la República, el que hoy debería ser cuestionado alegando que el edificio del Tesoro Público en Bastia fue incendiado?
La verdad es que más allá de Napoleón, piedra angular de nuestro destino nacional, la historia de Francia y de Córcega se escribe desde hace más de dos siglos con la misma tinta y la misma pluma. Ningún francés puede olvidar que cerca de 10.000 corsos murieron por Francia durante la Primera Guerra Mundial. Ningún francés puede olvidar la figura luminosa de Danielle Casanova, luchadora de resistencia feminista nacida en Ajaccio, deportada y muerta en Auschwitz, que dio su nombre a cientos de escuelas, colegios, institutos y avenidas de todo el país. Aucun Français ne peut oublier que l’occupant fut chassé de Corse dès octobre 1943. Il est bon de rappeler les mots qu’eut alors le Général de Gaulle : «la Corse a la fortune et l’honneur d’être le premier morceau libéré de Francia. Lo que ella revela de sus sentimientos y de su voluntad, a la luz de su Liberación, demuestra cuáles son los sentimientos y la voluntad de toda la nación”. Ningún francés puede olvidar que Paul Valéry fue uno de nuestros mayores poetas en lengua francesa, o que fue una corsa, Laetitia Casta, la elegida en 2000 para interpretar a Marianne en los 36.000 municipios del territorio nacional.
Si por las venas de cada francés no corre sangre corsa, cada francés tiene una parte de Córcega en su corazón. Nuestros vínculos son inalterables. Así que no permitamos que una minoría sediciosa dicte su ley a la mayoría silenciosa. No nos embarquemos en caminos inciertos de «autonomía» que podrían abrir la caja de Pandora y amenazar la unidad nacional. ¿Por qué mañana los vascos, los alsacianos o los bretones no podrían asumir la misma pretensión? Francia debe seguir siendo una e indivisible, desde Dunkerque hasta Bonifacio.