Regularmente aparecen en los titulares. Con su color castaño y su olor nauseabundo en el momento de la descomposición, el sargazo tensa tanto como inquieta. Porque estas algas pardas, que viven en la superficie del agua y se depositan en la playa por cientos de miles, constituyen una auténtica lacra para las costas caribeñas y africanas. Y deberían seguir causando estragos: las costas de Florida, EE. UU., se preparan para una afluencia masiva de sargazo. Según la Universidad del Sur de Florida (University of South Florida), este podría ser el cardumen más grande jamás observado hasta el momento. Esto debería alcanzar su punto máximo entre junio y julio.

Una situación crítica que Sylvie Gustave Dit Duflo, vicepresidenta de la región de Guadalupe a cargo de los asuntos ambientales, informó en febrero. «Esperamos un año oscuro», anticipó. La cantidad de algas observadas en el océano Atlántico “se duplicó de diciembre a enero”, alcanzando el triste récord de 8,7 millones de toneladas y superando el de 2018 (6,5 millones). En marzo, montañas de algas pardas invadieron masivamente Guadalupe y Martinica. Con consecuencias visibles a todos los niveles: ambiental, sanitario y económico. Descifrado.

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El sargazo es un tipo de alga parda. Hay 351 especies en el mundo. Si algunos de ellos se asientan en el fondo de aguas poco profundas, los que invaden el Caribe evolucionan de manera diferente. Respondiendo al dulce nombre de sargazo pelágico, «parecen pequeños árboles, con hojas y flotadores, que les permiten estar en la superficie del agua», explica Thierry Thibaut, profesor de ecología marina en Aix -Universidad de Marsella – MIO (Instituto Mediterráneo de Oceanología). Se desarrollan en forma de «balsas» en la superficie de los océanos. Si su presencia no es nueva (Cristóbal Colón ya había podido observar estas masas marrones en el siglo XV), lo que preocupa son sus varamientos masivos. Porque tienen consecuencias visibles para los habitantes y visitantes de las costas. En las Indias Occidentales se han identificado tres morfotipos: Sargassum natans I y VIII y Sargassum fluitans III.

Como nos recuerda el Ministerio de Transición Ecológica, “los bancos de sargazo en el mar tienen un papel ecológico muy importante”. Normalmente, crean un verdadero ecosistema, donde se desarrollan cientos de especies marinas, como peces o tortugas marinas. Problema, a principios de la década de 2010 se observaron los primeros varamientos masivos de sargazo en las Indias Occidentales, con graves consecuencias en las costas víctimas. ¿Su origen? “En ese momento, hubo una gran anomalía de viento en el Océano Atlántico, donde los vientos del oeste eran dominantes. Esto empujó lo que estaba flotando, es decir, el histórico Mar de los Sargazos, que estaba en el Atlántico norte, hacia las costas de Europa y África. En ese momento, lo que flotaba se encontró con la Corriente de Canarias, que desciende a lo largo de África. Luego se unió a las corrientes ecuatoriales. Desde entonces, las cosas han estado dando vueltas entre África y América”, explica Thierry Thibaut.

Esta zona de acumulación, entre los dos continentes, se ha convertido en un terreno privilegiado para el sargazo, mimado por abundante luz y aguas más cálidas. Además, las algas pardas se alimentan en determinadas zonas de surgencias de aguas profundas, cargadas de nutrientes. “Pero lo que los hace proliferar son sus mecanismos biológicos. Se han adaptado bien a esta parte del océano”, continúa Thierry Thibaut. Quedan muchas incógnitas, a saber, el origen exacto del fenómeno, pero también la razón por la cual ciertos años las costas del Caribe se ven más afectadas que otros. Sin embargo, se han adelantado algunas pistas. Según apunta el Ministerio de Transición Ecológica, “la responsabilidad de la acción humana es muy probable” y el calentamiento global podría contribuir fuertemente al fenómeno.

Ningún territorio del Caribe parece escapar a la invasión de Sargassum. “Las islas de las Antillas sirven de colador. El sargazo ingresará por el Mar Caribe, luego ingresará al Golfo de México”, explica Thierry Thibaut. «Las islas retendrán algo de lo que flota». Barbados, Martinica, Guadalupe, Cuba, México, Venezuela… la proliferación es tal que es visible desde el espacio. Por no hablar de África, donde Costa de Marfil, Benin y Togo también sufren los estragos de las algas pardas.

Si son misteriosos en muchos aspectos, los sargazos aún siguen un calendario más o menos preciso. «En invierno, generalmente están del lado de África, luego en primavera se desplazan hacia el Caribe, antes de invadir las playas en verano», detalla Thierry Thibaut. Dependiendo del año, su cantidad es variable. En 2016, los varamientos fueron bastante bajos, a diferencia de 2018, visto como un año oscuro. ¿Qué pasa con el futuro? “Es difícil de predecir. Tal vez se detenga de la noche a la mañana, tal vez el fenómeno siga evolucionando. Todavía no lo sabemos”, continúa Thierry Thibaut.

El impacto de la proliferación de Sargassum está en todos los niveles. En primer lugar, es ambiental: estas algas son una verdadera pesadilla para la fauna y la flora, que se encuentran asfixiadas. “Miles de toneladas a veces llegan a la costa durante la noche: los lechos de pastos marinos sufren. Porque no debemos olvidar que el sargazo a veces se extiende más de un metro de altura. Lo que está abajo se sofoca”, continúa Thierry Thibaut. Casi inofensivas en el agua, las algas marrones se vuelven tóxicas cuando llegan a la orilla. Cuando se pudren en masa al sol, producen gases tóxicos, como el sulfuro de hidrógeno o el amoníaco (con olor a huevos podridos), que representan un auténtico peligro para la salud de los residentes y visitantes de las costas. Y esto, sobre todo porque el sargazo a veces tiene altas concentraciones de clordecona, un plaguicida nocivo para la salud, utilizado masivamente en las Antillas francesas hasta 1993 y que aún contamina el suelo.

Resultado: las playas tienen acceso prohibido, con un turismo impactado. Pero no solamente. Los pescadores ya no pueden navegar correctamente y, por lo tanto, trabajar. Por no hablar de la reacción violenta de los bienes raíces, los edificios ubicados a lo largo de la costa son víctimas de la corrosión y el mal funcionamiento de los equipos electrónicos. Tantos elementos que pesan mucho en las economías locales. Ante esta amenaza, cada territorio intenta luchar con diferentes armas. En 2022, Francia adoptó el Plan Sargassum II de cuatro años. ¿La meta? Desarrollar investigaciones en torno a estas algas pardas, pero también ayudar a las autoridades locales interesadas a recolectarlas, en el mar y en tierra, para garantizar su transporte y almacenamiento. Un gran desafío, mientras que en Guadalupe, por ejemplo, la mitad de los sitios de almacenamiento ya están saturados. En Martinica, los ciudadanos han desplegado redes anti sargazo para evitar que invadan la costa.

A menudo considerado como una plaga, el sargazo puede, sin embargo, revelar recursos insospechados. Fertilizantes, biogás, cosméticos… Tratamos de reciclarlos por todos los medios. En las Antillas francesas se estudian varias vías, entre ellas la de la producción de bloques aislantes, resultantes del sargazo y la tierra cruda. En Saint-Barthélemy, Pierre-Antoine Guibout, abogado, lanzó el Proyecto Sargasse a finales de 2018. ¿Su ambición? Desarrollar un proceso para transformar algas pardas en pulpa de cartón. En México, un emprendedor las reutiliza para hacer… suelas para zapatos. Otra forma de potenciar este recurso natural que se ha vuelto casi inagotable.