Este 22 de marzo, Día Mundial del Agua, los representantes del mundo agrícola y agroalimentario debemos compartir con ustedes nuestra preocupación por la disponibilidad de agua, las tensiones que se acrecientan en los territorios. Y nuestro fuerte deseo de trabajar con los distintos actores en este tema.
Temperaturas récord el pasado verano, histórica sequía invernal, enfrentamientos sobre el terreno, interrogantes sobre nuestra soberanía alimentaria… Están todos los ingredientes para que el año 2023 sea explosivo y se declare una auténtica guerra del agua.
Consideramos que la guerra del agua no debe darse. Estamos convencidos de que los diferentes usos y los usuarios del agua no deben oponerse, que ninguna ideología nos debe cegar y que siempre se debe buscar el diálogo.
Sin embargo, no tenemos ninguna duda de que la situación puede volverse cada vez más difícil, que en ciertos territorios franceses el acceso al agua ya no está garantizado, mientras que en otros períodos, es el exceso de agua el que causa daños. Como en toda crisis, a algunos les gustaría señalar a los culpables y el mundo agrícola podría aparecer como un chivo expiatorio ideal.
Rara vez hay soluciones simples para un problema complejo y el agua no es una excepción.
En Francia, la agricultura representa alrededor del 9% de las extracciones de agua, según un archivo de la revista INRAE »L’agriculture va-elle miss d’eau?», publicado en junio de 2022. Es innegable que la agricultura consume agua. Pero una gran mayoría de los volúmenes extraídos se devuelven al medio ambiente, ya sea mediante la absorción por el suelo o mediante la evapotranspiración de las plantas en la atmósfera. El resto del agua es utilizada por las plantas y contenida en las frutas, verduras y cereales que comemos. ¡Porque nos olvidamos, comer también es beber! Según el CNRS, el 40% de nuestras necesidades de agua son abastecidas por los alimentos.
Pero aún sería demasiado para algunos, convencidos de que para solucionarlo todo basta con cambiar de modelo. Sin embargo, en todas partes de Francia, los agricultores, ya sea que hayan elegido agricultura convencional, orgánica o de conservación del suelo, están de acuerdo en que no pueden producir sin riego. Nadie discute la necesidad de cambiar las prácticas actuales, incluso es una necesidad frente al cambio climático. Pero negar a los agricultores los medios para regar, en particular mediante la creación de almacenamiento, es una aberración.
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Almacenar agua cuando está disponible, usarla cuando falta no es una cuestión de modelo agrícola, y se convierte en una necesidad simplemente para continuar produciendo nuestros alimentos, aquí, localmente en Francia. No se trata de privatizar un patrimonio común sino de garantizar nuestra soberanía alimentaria. El almacenamiento de agua no impide que cambien las prácticas agrícolas, al contrario, facilita las transiciones. Quienes utilizan la oposición a los proyectos de almacenamiento como una amenaza a los agricultores para obligarlos a “cambiar el modelo agrícola” están en la lucha equivocada. Muchos cargos electos locales y nacionales han hecho suya esta observación, y los apoyaremos en las propuestas que tendrán que defender en los distintos órganos de decisión.
No es razonable situar la creación de embalses de agua como última solución cuando todas las demás han sido exploradas. Debemos desplegar todas las soluciones ahora para responder a la emergencia climática:
– Almacenamiento de agua pero también,
– Agricultura upstream: selección varietal para semillas más tolerantes a la sequía, innovación agronómica para mejorar la reserva de agua útil del suelo, control preciso del riego con agricultura digital y otros desarrollos agronómicos a mejorar, reutilización de aguas residuales…; Y
– A nivel de procesamiento de alimentos: eficiencia en el uso del agua, reutilización del agua en industrias alimentarias…
No esperamos al Día del Agua para actuar en nuestras empresas agropecuarias y cooperativas, en el corazón de los territorios. Somos capaces de ofrecer soluciones innovadoras y sociales a este importante desafío colectivo. Es por esto que analizaremos cuidadosamente las futuras declaraciones gubernamentales. No sacrifiquemos a los agricultores, la agricultura y nuestros sectores agroalimentarios franceses en el altar del cambio climático, sino que trabajemos juntos para una mejor gestión de los recursos hídricos. Está en el futuro de todos nosotros comenzar verdaderamente a defender nuestra soberanía alimentaria y la vitalidad económica de nuestros territorios rurales.
Los peticionarios:
FNSEA, Jóvenes agricultores, Cooperación agrícola, Agriculturas