La señalización sería casi inútil, ya que el rascacielos que corona el museo, el más alto de Japón, sirve como punto de referencia. TeamLab, que ha conquistado el mundo con sus trabajos inmersivos, ahora está a la vanguardia de la capital japonesa. El equipo partió de la isla artificial de Odaiba hacia la Torre Mori JP, un gigante de vidrio y acero de 64 pisos construido el pasado mes de octubre, en el corazón de la ciudad. En total, el colectivo invirtió 7.000 m² del sótano de la torre, formando parte integrante de las titánicas colinas Azubudai, un complejo polivalente de 8 hectáreas que combina tres edificios gigantes, una «aldea urbana y moderna» compuesta de edificios verdes con elementos orgánicos. curvas y jardines, resultado de una rehabilitación del barrio iniciada hace más de treinta años.
Aquí, TeamLab linda con las obras del artista danés Olafur Eliasson que la galería eligió para su exposición inaugural, tiene como vecinas las casas Bvlgari y Hermès y está cerca de la Torre de Tokio, a tiro de piedra. Un entorno a mil kilómetros de la eléctrica Palette Town, el centro comercial y de entretenimiento que alguna vez la albergó. El impresionante complejo es un reflejo del éxito de TeamLab. Porque aunque el colectivo existe desde 2001, su popularidad no ha dejado de crecer en los últimos años. Poco después de abrir su espacio permanente en Tokio en 2018, batió el récord Guinness del museo monográfico más visitado del mundo: más que Van Gogh o Picasso, TeamLab Borderless atrajo a 2,3 millones de personas en 2019.
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Su nueva versión aún está en construcción, y no abrirá sus puertas hasta el próximo mes de febrero. Pero el colectivo aprovechó la inauguración del complejo para presentar dos de sus creaciones. Hay que atravesar un laberinto de pasillos cubiertos de lonas, el esqueleto del espacio futuro que el colectivo quería, como el otro, «sin mapa ni ruta», antes de poder abrir la puerta de Bubble Universe. Un bosque de esferas suspendidas llena la habitación adornada con espejos, desde el suelo hasta el techo. Cada uno de ellos, interconectados, produce su propia luz y refleja la de los demás en sus paredes, que luego se multiplica, hipnóticamente. Fuego, luego hielo, el resplandor brota del globo que rozamos, rebotando de una burbuja a otra, trazando trayectorias que se cruzan con las iniciadas por los demás visitantes.
La obra marca la pauta del nuevo proyecto artístico de TeamLab: cuestionar nuestra percepción del mundo y lo que nos conecta. Un poco más adelante, Megalith Crystal Formation explora otra faceta más melancólica del tema: en las paredes oscuras se despliegan proyecciones de flores, símbolo de la belleza efímera querida por Japón, motivo del TeamLab. Las flores experimentan su lento declive a medida que nos acercamos a ellas, para luego renacer ante el observador inmóvil. Pero ahora nos llaman a dar un paso atrás: ondas poderosas, provenientes de otra “pintura” digital, vienen a mezclarse con la composición. Aquí las obras viajan, dice el colectivo: “se encuentran, se comunican, se influyen y a veces se mezclan, formando un mismo mundo sin fronteras”. Hasta que se levante completamente el velo, la exposición temporal TeamLab Planets instalada en Toyosu, en la Bahía de Tokio, permanecerá abierta al público hasta… 2027.
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MORI Edificio Museo de Arte Digital TeamLab Borderless. Colinas de Azabudai, Tokio. Inauguración prevista para principios de febrero de 2024. teamlab.art/e/borderless-azabudai/
TeamLab Planets, Toyosu, Tokio. Precio adulto: 3800 yenes (aprox. 23 euros). Abierto todos los días de 9 a 22 horas. Las reservas se realizarán online: teamlab.art/e/planets/