En la isla de Fanac, en Joinville-le-Pont, las aguas tranquilas del Marne crean un ambiente en las antípodas de la carrera parisina que, sin embargo, está a pocos kilómetros de distancia. En un ambiente bucólico, la sola presencia de una línea de RER sobre un puente nos recuerda la proximidad a la capital. Entre los altos árboles verdes, se alza un gran edificio cuya piedra blanca y vigas rojas vistas recuerdan casi al País Vasco. Esta es la guarida de Aviron Marne et Joinville, un club de renombre que juega regularmente los papeles principales en la escena nacional. Este miércoles tiene lugar, como cada verano, un curso de iniciación para jóvenes de entre diez y catorce años.

En medio de la tropa de aprendices de remeros que aún se encuentran en el muelle, una mujer de cabello cobrizo rizado hace de encubierta. Esta es Aglaé Bory, fotógrafa desde hace casi 25 años. Armada con su Fujissima FGX 100, no está aquí para perfeccionar su golpe de remo, sino para inmortalizar esta tarde de práctica. Ya viniendo varias veces, forma parte de un proyecto fotográfico centrado en el deporte amateur, titulado Super Pixel. Esto es parte del festival Formes Olympiques (conjunto de 50 eventos culturales gratuitos al margen de los Juegos Olímpicos de 2024). Su objeto de estudio: los deportes acuáticos mezclados con el entorno concreto de la capital.

Ella optó por centrarse en este tema por el contraste creado. “Este río es una especie de mundo en el mundo. Está en medio de todo el hormigón parisino y, a pesar de todo, pocos son los privilegiados que pueden ir allí, explica entre dos tomas. El barco es como un pase gratis aquí. ¡Un sésamo para entrar en este relajado paréntesis! El cuarentón también eligió este tema para “iluminar lo invisible” y resaltar deportes que recibieron poca cobertura mediática. Además de remo, también abarca diferentes sesiones de kayak, paddleboard, esquí acuático e incluso dragon boat.

Una vez que la flota está en su lugar, es hora de soltar las amarras. Acompañada de Xavier, voluntario del club y supervisor del curso, Aglaé se sube a una barca naranja. A golpe de remo, las fotos se suceden. Las gotas de agua en las camisetas facilitan la distinción entre aficionados y expertos. Tras un movimiento imprudente, uno de los barcos estuvo a punto de volcar. «¡No os olvidéis de que si el barco vuelca, nos hacéis una tarta para el viernes!», recuerda Xavier a los jóvenes aprendices. Se vuelve hacia el fotógrafo y luego agrega: «Ya hay algunos en proceso, ¡valdrá la pena volver!»

Pocas dudas al respecto, Aglaé no es de los que cuentan sus visitas. Sin embargo, la práctica no forma parte de sus hábitos. «Nunca he hecho remo, tendré que intentarlo, pero no estoy seguro de que a mi médico le guste, ¡él dice que corro lo suficiente así!» ella ríe. Hay que decir que la parisina rara vez se toma el tiempo para parar. De Medellín a Mulhouse pasando por la capital, navega de proyecto en proyecto. “Lo que me gusta cuando hago un reportaje fotográfico es descubrir territorios y retazos de vida. Me permite buscarme de cierta manera”, explica con una sonrisa en el rostro.

Además de Aglaé, otros cinco fotógrafos de varias edades y procedencias están vinculados al Super Pixel. El eclecticismo está a la orden del día con temas que van desde la esgrima (Salomé Guilloret) al paraatletismo (Florence At) pasando por el senderismo (Aché Issakha), el balonmano (Marvin Bonheur) y el «cuerpo deportivo» (Guillaume Martial).

Después de una hora y media en el agua, los barcos con casco están de vuelta sanos y salvos. Se improvisa un baño colectivo. Aglaé permanece sentada durante media hora captando esta escena lúdica de la vida que va más allá de la simple práctica del deporte. «¡Creo que el agua siempre crea algo súper poético!» ella dibuja, esquivando algunas salpicaduras. Para la exposición, el ángulo aún está por definirse. “Fotografío todo lo que me inspira, ¡la dirección que tome el proyecto se impondrá naturalmente!”. El proyecto de tres meses de duración solo terminará en unas pocas semanas. Se organizarán dos encuentros. Primero una mesa redonda y una proyección de la obra en el Jeu de Paume el 12 de septiembre. Luego una exhibición en el Club Universitario de París (PUC) con sede en el estadio Charléty el 17 de septiembre. Hasta entonces, será necesaria una clasificación seria de los clichés.

Como al final de cada sesión, la batería de la Fujissima está agotada. La película de Aglaé está llena de inmersiones incongruentes. Antes de volver a subirse a su bicicleta para irse, les dedica una última sonrisa a los niños. «¡Nos vemos el viernes, tengo entendido que habrá pastel!»