Jean-Baptiste Nouailhac es un emprendedor social y en 2017 creó un colegio piloto para niños de zonas rurales desfavorecidas en Aisne. Co-fundó y actualmente dirige la red Excellence Ruralités, que apoya el desarrollo de proyectos educativos innovadores para prevenir y luchar contra el abandono escolar en las zonas rurales.

Durante sus últimas alocuciones televisadas, el Presidente de la República citó como prioridad la educación en las zonas rurales. De viaje en Nièvre a finales de marzo, el Primer Ministro prometió «cambiar el método» en lo que respecta a la educación en las zonas rurales y la extensión de los territorios educativos rurales. A pesar de la falta de mención en la hoja de ruta del gobierno del 26 de abril de 2023, estas medidas son justas y bienvenidas. Responden a los desafíos logísticos que enfrentan las comunidades rurales aisladas, pero no abordan suficientemente las dificultades educativas específicas de otras áreas rurales. Los desafíos educativos de las zonas rurales no se limitan al tema de la desertificación. Hay, en los pueblos y villas, profundas dificultades sociales y educativas, documentadas con precisión y aún mal tenidas en cuenta por la educación prioritaria.

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Las dificultades escolares no son prerrogativa de los niños de las áreas metropolitanas. Cuarenta años de abandono de las zonas rurales no han dejado de tener consecuencias. Hoy, nueve de los diez departamentos más afectados por las dificultades de lectura de los jóvenes son departamentos rurales. En Aisne, casi el 18% de los quinceañeros tienen grandes dificultades para leer un texto sencillo. Esta proporción es del 11 % en Seine-Saint-Denis y del 5 % en París. En los 200 pueblos y ciudades más desfavorecidos social y educativamente, casi el 30% de los jóvenes abandonan el sistema educativo sin cualificación. Sin embargo, sólo el 23% de estos municipios cuentan con establecimientos pertenecientes a una Red Educativa Prioritaria (REP).

Para una proporción idéntica de abandonos escolares, una escuela tiene la mitad de probabilidades de pertenecer a un PWR si está ubicada en un área rural que si está ubicada en un área urbana. Lo mismo si nos fijamos en la posición social de las familias: los niños de origen humilde en las comunidades rurales tienen la mitad del acceso a la educación prioritaria que los de las ciudades. De hecho, para formar parte de una Red Prioritaria de Educación hay que pertenecer a uno de los “barrios de política urbanística prioritaria” (QPV) de al menos 1.000 habitantes en un área urbana de al menos 10.000 habitantes… En Aisne por ejemplo, el 70% de los alumnos viven en localidades de menos de 10.000 habitantes. ¡Tantos niños que, sin excepción, son mecánicamente excluidos de las políticas educativas prioritarias por no haber nacido en el lugar adecuado, independientemente de sus condiciones sociales o de sus resultados escolares!

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A fuerza de concentrar nuestros esfuerzos en las áreas urbanas, hemos dejado que una parte entera de nuestra juventud abandone la escuela en silencio. Una juventud que no es noticia, que no existe en el paisaje cultural, que no reclama nada. Estos niños quizás necesiten salir adelante en la escuela más que en otros lugares, porque el mercado laboral no les ofrecerá las mismas oportunidades que en la ciudad, y sin embargo, es gracias a ellos que podremos reducir la brecha territorial y revitalizar nuestros territorios, una condición esencial para la reindustrialización de nuestro país.

Para que los niños de las zonas rurales puedan beneficiarse de los programas educativos prioritarios en las mismas condiciones que los de las grandes ciudades, es urgente revisar los criterios de asignación de los REP. Cómo ? Eliminando el criterio que liga exclusivamente la educación prioritaria a los distritos de la política de la ciudad pero también basándolo en adelante en observaciones de dificultades académicas y ya no de dificultades sociales.