Naëm Bestandji es escritor. Feminista comprometida y laicista, es autora de un ensayo notable, Le sudario del feminismo-Acariciando el islamismo en el sentido del velo (Ediciones Séramis, 2021).
La ONU ha elegido el 21 de marzo como el “Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial”. La ciudad de Grenoble participa en esto con una campaña de carteles. Pero, en lugar de dedicarse por completo a ello, el alcalde decidió utilizarlo para transmitir la comercialización del islamismo político.
Entre los carteles que muestran la diversidad étnica de nuestro país y la discriminación que una persona puede sufrir por su origen, el Ayuntamiento exhibe en varias vallas publicitarias municipales la foto de una mujer con velo. Superpuesta está la inscripción «Grenoble está comprometida contra el racismo» y «Tengo dos veces menos posibilidades de obtener una entrevista de trabajo».
Durante varios años, el alcalde de Grenoble, Éric Piolle, se ha desviado hacia el apoyo al islamismo político. A esto quizás ayude su visión sexista y patriarcal de las mujeres. No ve ningún problema con la cosificación sexual de su cuerpo, por lo tanto, con su ocultación para apaciguar la libido masculina. Siendo el sexismo del velo la herramienta patriarcal y política del islamismo, sus caminos solo podían cruzarse. Celoso, Éric Piolle retoma entonces toda la retórica de los Hermanos Musulmanes. Encontramos, en esta campaña contra la discriminación racial, su alineación en la comunicación del islamismo político. Recoge los códigos.
El primer paso es integrar a una o dos mujeres con velo entre otras personas. Poner en escena solo a mujeres veladas sería percibido como una flagrante ofensiva de proselitismo. Incluir solo uno o dos se sentirá como una forma de diversidad. El segundo paso, el más importante, es alejarse del campo del velo (desigualdad de género) para pasar a los de la libertad religiosa y el antirracismo, sin miedo a la contradicción que pueda surgir.
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Tener «la mitad de posibilidades de obtener una entrevista de trabajo» no es atribuible a los empleadores, sino que atestigua la intransigencia y la incapacidad psicológica para quitarse el velo. No es el empleador quien discrimina sino el candidato quien se discrimina a sí mismo. Primero por llevar un símbolo que marca la discriminación por sexo, la inferiorización de la mujer frente al hombre. Luego, porque la candidata lleva una señal que declara ser «religiosa», mientras que ninguna otra candidata de ninguna otra religión lleva esa señal. La neutralidad exigida por los empresarios no es discriminación sino, por el contrario, igualdad de trato. Reivindicar un privilegio negado a todos los demás: aquí también está la discriminación. Para eludir esta evidencia, la Ciudad de Grenoble retoma el desvío del islamismo político adentrándose en el campo de la discriminación racial. Compañera de esta ideología retrógrada y totalitaria, la Ciudad hace de la adhesión a un radicalismo religioso una “carrera”. Mantiene así la confusión entre «magrebí» y «musulmán» y entre «musulmán» y velo. Ser musulmán ya no sería una elección religiosa sino una herencia étnica. La libertad de conciencia está obsoleta. La ciudad de Grenoble y su alcalde marcan su rechazo al laicismo… pero solo para las mujeres musulmanas. Así, el sexismo del velo ya no sería una cuestión de patriarcado sino de biología, por lo tanto imposible de eliminar. Así se revierten los valores y se acusa de racismo cualquier oposición al proselitismo de una ideología. Así es como se practica el racismo mientras se pretende luchar contra el racismo, a través de esta visión orientalista, paternalista y racial del Islam y de los musulmanes, todos adscritos a la franja extremista de su religión.
Si la forma es una primicia, la idea no es nueva para el alcalde. Había hecho la increíble demostración de ello para defender la autorización del machismo del burqini en las piscinas municipales de su ciudad. Para ello se ayudó de una de las asociaciones más machistas y retrógradas de Francia, que asegura la unión entre la extrema izquierda y el islamismo, en el origen de las acciones del burqini: Alianza Ciudadana. También rinde homenaje a esta asociación con un guiño en su tuit en el que informa sobre esta campaña: “Apoyamos a las asociaciones que luchan contra la discriminación y por la igualdad de acceso a la vivienda, al empleo, al respeto”.
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El Ayuntamiento de Grenoble avala la comunicación del islamismo político utilizando, como éste, el sexismo del velo como herramienta proselitista y política, así como el desvío victimizador del antirracismo mediante la adscripción biológica de las «mujeres musulmanas» al navegar. El CCIE (CCIF disuelto en Francia y reconstituido en Bélgica) le está agradecido. Esta asociación es ideológicamente una rama legal de los Hermanos Musulmanes. En un tuit, los islamistas del CCIE felicitan públicamente al Ayuntamiento de Grenoble: “Una nueva campaña de @VilledeGrenoble (Sud Est) para luchar contra el racismo. Gracias @VilledeGrenoble por incluir mujeres musulmanas en sus campañas”. De hecho, son «mujeres musulmanas» asignarlas todas al velo de su ser. Las mujeres musulmanas que no llevan velo no serían lo suficientemente musulmanas, o no lo serían en absoluto. En esto están metidos el Ayuntamiento de Grenoble y su alcalde.
El velo, una herramienta política, es sexualmente discriminatorio. La mujer velada sería de “raza musulmana”. Así, para el Ayuntamiento de Grenoble, es la oposición a esta discriminación sexista, o el trato de este accesorio en igualdad de condiciones con todos los demás, lo que sería «discriminación racial». Es la retórica de la inversión conceptualizada por el islamismo al servicio de la estrategia de la víctima. El mensaje del “Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial” está revuelto al servicio de una ideología totalitaria. Y todo ello con el dinero de los contribuyentes de Grenoble.