Fue un viaje de pesca que casi salió muy mal el 2 de enero, frente a las costas de Nueva Zelanda. Will Fransen, de 61 años, había salido a pescar solo a bordo de su embarcación de 12 metros. Mientras capturaba un marlín y estaba a punto de soltarlo, un pescador de Nueva Zelanda cayó por la borda. “De repente me encontré en el agua, con el barco alejándose”, recuerda. Sin chaleco salvavidas, sólo su arnés de pesca para darle un poco de flotabilidad, quedó a la deriva viendo cómo su barco se alejaba irremediablemente. El pescador neozelandés pasó más de 24 horas perdido en el mar, frente a la costa de Whangamata, en la península de Coromandel, a 55 kilómetros de la Isla Norte, intentando en vano llamar la atención de otros barcos pescando.

Después de intentar nadar, rápidamente se dio cuenta de que nadar hasta la orilla estaba más allá de su capacidad. “Me di por vencido y me limité a mirar este hermoso cielo sobre mí”. Tenía la cara quemada por la sal y el sol, no dormía e imaginaba barcos en sus alucinaciones. “Sabía que las posibilidades de que alguien supiera que estaba allí eran muy bajas. Yo era bastante pesimista. Sólo traté de mantenerme con vida”. En última instancia, fue gracias a la esfera de su reloj que logró capturar los rayos del sol para ser visto por un trío de jóvenes pescadores de caza mayor, informa el New Zealand Herald. El hecho de que vieran el reflejo al nivel del mar es un verdadero milagro, según la policía local. «No estaba listo para irme todavía», les decía a los rescatistas. Sobre todo porque en un momento dado, un tiburón se le acercó, afortunadamente sin encontrarlo apetecible. James McDonnell, Max White y Tyler Taffs lo sacaron del agua, se aseguraron de calentarlo y le dieron jugo de arándano para rehidratarlo, antes de regresar a puerto lo más rápido posible. “Éramos el barco adecuado en el momento adecuado”, declararán modestamente los tres héroes del día.

Los amantes de los relojes seguramente querrán saber qué marca fue la que tuvo la buena idea de llevar en su muñeca ese día, porque efectivamente fue su reloj el que le salvó la vida.