Las Vegas, Boulogne-Billancourt, misma pelea. Usher reside durante dos años en Nevada y regresa a Europa para ocho fechas en el Seine Musicale. Una apuesta audaz para la estrella del R’n’B de los años 2000, ya que acaban de anunciarse la publicación de su noveno álbum y su selección para la Super Bowl de febrero. ¿Será este el gran regreso?

El lunes, en la pasarela que conduce al Sena musical, los grupos de chicas, nostálgicas de sus años de secundaria, sacaron para la ocasión vestidos de noche, tacones de aguja y escotes. Pocos hablan francés. El público, 3.800 personas el lunes por la noche, compuesto principalmente por mujeres, procedía de toda Europa (Londres, Munich, Madrid, etc.) y se reunió en los suburbios de París para celebrar a su ídolo. Un presupuesto sustancial cuando sabemos que las plazas se venden entre 100 y 500 euros. “Entre el tren, el alojamiento y los billetes, asistir al concierto de Usher esta noche nos cuesta más de 1.000 euros”, explican Anissa y John, de 35 años, procedentes de Ámsterdam. Pero estos son sus únicos conciertos en Europa. ¡No nos lo podíamos perder, es histórico!”

¿Histórico? Para el público francés, esta calificación parece cuanto menos sorprendente. Una presencia enérgica, un lado seductor y éxitos como Yeah!, U Remind Me, You Make Me Wanna, OMG construyeron la leyenda Usher en los años 1990 y 2000. Pero en los últimos quince años, no ha habido demasiadas novedades. Galardonado ocho veces con los premios Grammy, el estadounidense de 44 años es un puro producto del sur de Estados Unidos. Usher canta y baila maravillosamente. Ambos al mismo tiempo, la mayor parte del tiempo. Realiza con gracia un moonwalk sobre patines, acompañado por una quincena de bailarines. Se queda sin aliento, suda mucho y se cambia cuatro veces, alternando entre disfraces de cocodrilo y de lentejuelas. La experiencia es como sumergirse en Las Vegas, el lugar de todas las posibilidades, con un derroche de medios: los imponentes decorados y las coreografías se suceden.

En medio de estos gigantescos cuadros, el seductor cultiva la proximidad con su público. Al evocar su amor por París, no deja de recordar que orquestará el espectáculo de entretiempo de la Super Bowl en febrero en Las Vegas, una gran masa de la televisión estadounidense que ha conquistado más allá de las fronteras en las últimas décadas. Usher rinde homenaje a Pharrell Williams, “su hermano, amigo, productor”, y desafía al público a unirse a él en las primeras filas, visiblemente avergonzado en las pantallas gigantes. Del lado de las celebridades, Chris Marques, Christian Louboutin, el productor L.A. Reid y el rapero Tyga también están en la sala.

El espectáculo, cuidadosamente elaborado al estilo americano, no está libre de errores de gusto. Mientras los bailarines con trajes muy diminutos se retuercen en barras de pole dance, Usher desliza fajos de billetes de 500 francos con su imagen en sus tangas. Nunca deja de darles palmaditas en el trasero. Antes de agarrar el soporte de su micrófono durante U Got It Bad y simular un acto sexual. El cantante acaba sin camiseta, con la mano en la ropa interior y empapado de sudor. El espectáculo de dos horas rezuma toda esta incorrección. Un Estados Unidos imperfecto y anticuado. El espectáculo es un duplicado de la versión inicial que Usher presentó durante más de un año en la ciudad de Vice, donde reside en el Park MGM, un lujoso hotel casino. Deberíamos haber recordado el viejo dicho: “Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”

Ujier hasta el 5 de octubre en el Seine Musicale de Boulogne-Billancour t (92). Aún quedan plazas disponibles, desde 222 euros.