Después de más de dos años de trabajo, la administración de Joe Biden anunció el sábado 2 de diciembre sus regulaciones finales destinadas a reducir las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas, un paso crucial para cumplir sus compromisos respecto de este poderoso gas de efecto invernadero. El anuncio lo hizo la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (EPA) en Dubai, donde se celebra la COP28, la principal cumbre climática anual de las Naciones Unidas.

La cuestión del metano, el mayor contribuyente al cambio climático después del CO2, tiene un lugar importante este año. China, Estados Unidos y los Emiratos Árabes Unidos están organizando conjuntamente una cumbre sobre metano y otros gases de efecto invernadero además del CO2 el sábado. Estados Unidos ya había anunciado propuestas de regulaciones sobre el tema en 2021 y 2022. Luego, la EPA recibió “más de un millón” de comentarios públicos y dijo que había consultado a un gran número de partes interesadas.

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Las regulaciones finales deberían evitar 58 millones de toneladas de emisiones de metano entre 2024 y 2038, según la agencia estadounidense. Esto representa el equivalente a 1.500 millones de toneladas de CO2, o “casi tanto” como el CO2 emitido por el sector energético estadounidense en 2021. En concreto, estas reducciones se logran, por ejemplo, eliminando la quema de gas en nuevas instalaciones, o mediante la exigir a las empresas que controlen las fugas de metano, utilizando tecnologías “innovadoras y de bajo costo”.

La EPA también fomenta el uso de tecnologías como la detección de fugas mediante observaciones satelitales. Las regulaciones incluyen un programa para “superemisores”, que según los estudios representan casi la mitad de las emisiones de metano del sector. Los terceros aprobados serán responsables de notificar a la EPA sobre emisiones anormales, y la agencia luego le pedirá a la empresa responsable que las solucione.

Finalmente, los estados americanos tendrán dos años para presentar su plan para reducir estas emisiones a la EPA. En total, las emisiones de metano del sector previstas para 2038 sin que se tomen medidas se reducirán en un 80% gracias a esta regulación, estima la agencia estadounidense.

Las medidas también afectan a otros contaminantes, como los compuestos orgánicos volátiles o el benceno. Esta contaminación afecta especialmente a las minorías y a las personas de bajos ingresos, que viven más cerca de las centrales eléctricas. «Durante demasiado tiempo, a las compañías de petróleo y gas se les ha permitido arrojar metano y otros contaminantes peligrosos para la salud sin límites», respondió Julie McNamara, de la «Unión de Científicos Preocupados», en un comunicado, celebrando que esta «brecha regulatoria» haya sido completado.

Según ella, este reglamento representa “una contribución importante” al “Compromiso global de metano” que fue lanzado en 2021 por la Unión Europea y Estados Unidos, con el objetivo de reducir las emisiones globales de metano en un 30% para 2030 en comparación con 2020. .