Los efectos de una política monetaria más estricta están comenzando a afectar a la economía. En Francia, la actividad se ha ralentizado francamente este año sin, sin embargo, interrumpirse. Según las últimas previsiones del INSEE, tras un muy modesto 0,1 %, revisado a la baja, en el segundo trimestre, el crecimiento seguirá hasta finales de año en este ritmo lento: 0,1 % en el tercero, antes de 0,2 % en el cuatro. El producto interior bruto (PIB) aumentaría entonces un 0,6 % en 2023, tras un 2,5 % en 2022, un buen escalón por debajo del 1 % esperado por el gobierno.
“El clima de negocios se ha estado erosionando durante varios meses, señaló Julien Pouget, jefe de situación económica del instituto. Este deterioro refleja preocupaciones más marcadas por el lado de la demanda. Si bien las limitaciones de la oferta aumentan una tras otra, lo que decae es el consumo.
Tradicionalmente el principal impulsor del crecimiento francés, se espera que caiga un 0,2% este año debido en particular al impacto de la inflación. Sin embargo, los aumentos de precios deberían comenzar a disminuir en la segunda mitad. En mayo, la inflación, del 5,1%, cayó por primera vez desde su meseta, que rondaba el 6%. El INSEE prevé un aterrizaje del 4,4% a finales de año.
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En este entorno, la demanda «caería en primavera debido a una nueva caída en el consumo de alimentos, para luego recuperarse ligeramente en la segunda mitad del año», detalla el INSEE. Los hogares se ajustan el cinturón más por preocupación que por necesidad, como ilustra el desplome de su indicador de confianza, pero también el elevado nivel de la tasa de ahorro que continúa en torno al 18%, frente a un 15% de media antes de la crisis de salud No obstante, según las previsiones del INSEE, el poder adquisitivo aumentaría globalmente un 0,5% durante el año. Como promedio anual, el salario medio per cápita (SMPT) en los sectores del mercado no agrícola debería aumentar en un 5,1%.
Los salarios se mantienen, porque la desaceleración económica no afectaría el empleo. Insee, por lo tanto, no comparte el diagnóstico de la Banque de France, que recientemente apostó por un aumento del desempleo. Para el instituto, la tasa de paro hexagonal se mantendría, hasta final de año, en torno al 7,2%.
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Por el lado de los negocios, el panorama parece fracturado. La construcción, en un contexto de tipos de interés elevados que lastra los proyectos inmobiliarios de viviendas, no sorprende que esté haciendo tiempo. Su actividad disminuiría en casi un 1% por trimestre. En detalle, la industria perdería fuelle tras un primer trimestre al volante mientras que los servicios seguirían creciendo, sin brillo. En este entorno sombrío, es el comercio exterior el que se convertiría en el principal contribuyente al crecimiento francés.