Reunidos en Suecia para la cuarta edición del Consejo de Comercio y Tecnología, Estados Unidos y la Unión Europea abogaron el miércoles por el rápido establecimiento de un «código de conducta» voluntario sobre inteligencia artificial. Los actores del sector se comprometerían así a respetar ciertos principios y garantías en el desarrollo de sus tecnologías. Un dispositivo de este tipo debería ver la luz «dentro de unas semanas», precisó Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión Europea, mientras Bruselas prepara una legislación sobre inteligencia artificial y reconocimiento facial (AI Act), que, dado su trámite legislativo , no entraría en vigor hasta dentro de dos o tres años. «Obviamente es demasiado tarde», subraya Margrethe Vestager, ante la «increíble aceleración» del desarrollo de estas aplicaciones, como ChatGPT, de la empresa OpenAI, a cuyos promotores llama «responsables».

“Es importante que veamos que las democracias pueden actuar”, subraya, refiriéndose a una alianza en el tema con Canadá, Japón o India. El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, está de acuerdo, citando «la extrema urgencia» de enfrentar este desafío con otros países de ideas afines. La UE desea definir, junto con Estados Unidos, los estándares impuestos a esta nueva tecnología.

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El Consejo de Comercio y Tecnología (TTC), creado en 2021, reúne a las dos potencias dos veces al año para coordinar sus políticas comerciales y estándares tecnológicos. Se trataba entonces de intentar poner fin a años de fricciones transatlánticas, en particular bajo la era de Donald Trump. Margrethe Vestager se jacta de resultados positivos, incluida la definición de un estándar común sobre cargadores para vehículos eléctricos. «Nuestros intereses están alineados», dijo Gina Raimondo, Secretaria de Comercio de EE. UU. Antony Blinken elogia una «notable convergencia» de puntos de vista entre los dos socios.

Detrás de estos compromisos, siguen siendo agudos los desacuerdos entre estadounidenses y europeos, en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y renovado proteccionismo. Si los europeos habían acogido con alivio la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, que se mostró repleto de declaraciones de amistad hacia ellos, la realidad sigue siendo que el lema «America First» está más de rigueur que nunca. Desde hace meses, Europa refuerza su respuesta a la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), una ley adoptada en agosto de 2022 por la Administración estadounidense destinada a subvencionar, con 369.000 millones de dólares de dinero público, a las empresas implicadas en la transición climática.

Entre líneas de estas rivalidades entre aliados occidentales también está su respectivo enfoque con respecto a China. Los estadounidenses han moderado recientemente su retórica sobre la supuesta «desacoplamiento» económico con el régimen de Beijing. “Ninguno de nosotros busca una nueva guerra fría o un desacoplamiento, sino una reducción del riesgo en nuestras cadenas de suministro”, asegura Antony Blinken, haciéndose eco de la retórica de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.