En Corea del Sur, las abrasadoras temperaturas, cercanas a los 38 grados, han truncado con pánico la reunión mundial de más de 40.000 scouts. En Las Vegas y varios estados del oeste de Estados Unidos, la temperatura alcanzó los 47 grados. España se acerca con miedo a su tercera ola de calor del verano. Durante los últimos dos meses, las temperaturas récord han abundado en muchos países. Las olas de calor generan sequías e incendios gigantescos, difíciles de extinguir y que se llevan su parte de víctimas.
Y, en todas partes, los episodios de olas de calor pesan sobre la actividad agrícola, sobre el turismo y sobre la economía en su conjunto. “Las recientes olas de calor en Estados Unidos, Europa y Asia ya han costado 0,6 puntos del PIB en 2023”, avanzan los economistas de Allianz Trade, en referencia a un “ebullición global”. La aseguradora de crédito estima que China, España y Grecia son “los países más afectados, con un impacto respectivo de -1,3, -1 y -0,9 puntos de crecimiento en 2023”. En cambio, las consecuencias de estos episodios están más medidas en Estados Unidos (-0,3 puntos) y en Francia (-0,1 puntos).
El impacto económico de un día de calor extremo, por encima de los 32 grados centígrados, equivale a la pérdida de actividad de una huelga de medio día, señala Allianz Trade. Los empleados están “recortando sus horas, experimentando ralentizaciones y cometiendo errores”. En general, la capacidad para realizar un trabajo físico disminuye alrededor de un 40 % cuando las temperaturas alcanzan los 32 grados, calculó un estudio reciente. Para el año 2021, el informe del grupo de investigación internacional Lancet Countdown estimó que el calor había eliminado 470 mil millones de horas de trabajo potenciales.
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Solo en términos de salud, las olas de calor, “los eventos climáticos extremos más significativos en términos de mortalidad”, tienen “un impacto económico que rara vez se tiene en cuenta”, subrayó en 2021 un informe de Public Health France. La agencia nacional estimó entonces el coste de las olas de calor que se produjeron de 2015 a 2020 entre 22.000 y 37.000 millones de euros, ligado a los costes médicos, la pérdida de bienestar y la desaceleración económica inducida.
El impacto de las olas de calor no depende únicamente de su intensidad. “Las principales economías desarrolladas están mejor preparadas para hacer frente a las pérdidas de producción”, recuerda el estudio de Allianz Trade. Esto no evita que Estados Unidos enfrente pérdidas anuales de alrededor de 100.000 millones de dólares (91.000 millones de euros) solo por las consecuencias económicas y sociales del calor extremo, presidente Joe Biden.
“Los impactos indirectos son generalmente más severos para los países de bajos ingresos y las economías más pequeñas y menos diversificadas”, insiste el estudio. En todas partes, los gobiernos están intensificando las medidas. En Tailandia, las autoridades acaban de restringir así la siembra de arroz, que consume mucha agua, debido a la falta de lluvias en los últimos meses.
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Para hacer frente a las próximas olas de calor que se volverán recurrentes, se pueden poner en marcha medidas de alerta y prevención. Sobre todo porque “a diferencia de otros riesgos naturales, son predecibles y es posible prepararse para ellos tanto física como económicamente”, dice Allianz Trade. A corto plazo, la optimización de las horas de trabajo, escalonadas, por ejemplo, temprano en la mañana o tarde en la noche, puede desempeñar un papel. Y la productividad laboral podría aumentar en el invierno para compensar algunas de las pérdidas del verano. Pero también es necesario preparar las ciudades para el cambio climático y adaptar los lugares de trabajo, cambiando el diseño de los edificios y centrándose más en la climatización, señala el estudio.