“Será divertido para mí volver a la época en la que cambiaba de canal y escuchaba mi música intercalada con anuncios en YouTube”, exclama Delphine. Acorralada por el aumento de los precios en las estanterías, esta madre soltera decidió renunciar a todas las suscripciones de streaming a las que estaba suscrita desde hacía varios años: Spotify, Netflix, Disney. “Tuvimos que tomar una decisión”, suspira, con un dejo de resignación en su voz. Como ella, muchos usuarios estarían dispuestos, según un estudio de la empresa BearingPoint, a renunciar a una o varias de sus suscripciones de streaming debido a la inflación: sería el caso de uno de cada dos suscriptores de Spotify, dos de cada tres. para Disney.

A lo largo de los años, las suscripciones a servicios de streaming (vídeo, música, videojuegos) han absorbido una parte cada vez mayor del presupuesto de los hogares. Según BearingPoint, los franceses tienen, de media, tres suscripciones de streaming, en todas las categorías juntas. El 65% de ellos dispone de al menos un servicio SVoD entre los gigantes del mercado (Netflix, Amazon Prime Video, Disney) y una proporción importante de hogares dispone de varios: más de la mitad de los clientes de Netflix también están suscritos a los servicios Prime Video y Disney. A su llegada, los hogares gastarían una media de 42 euros al mes en streaming. O un importe más o menos equivalente al de su factura de acceso a Internet.

Hay que decir que hace unos años la factura era mucho más ligera y las ofertas más atractivas. Pruebas gratuitas en abundancia, suscripciones de menos de 10 euros… Los gigantes del streaming han recurrido a políticas de precios agresivas para conquistar a los consumidores de todo el mundo. Para seguir creciendo en mercados “maduros”, las plataformas ahora no tienen más remedio que aumentar el ingreso promedio por suscriptor (ARPU). Es decir, más prosaicamente, subir sus precios.

Son pocos los servicios de streaming que no han revisado al alza sus ofertas este otoño. El último en llegar al ruedo, Apple TV, ha aumentado su oferta básica de 6,99 a 9,99 euros al mes, un incremento del 43%. Misma tendencia en Disney, cuya oferta Premium superó los 11 euros el 1 de noviembre. Líder indiscutible del mercado, Netflix ha incrementado varios de sus precios, como la oferta “premium”, que pasa de 17,99 a 19,99 euros al mes y la “esencial”, que aumenta de 7,99 euros a 10,99 euros. A este precio, la definición de imagen está limitada a 720p, lejos de la calidad «excelente» que disfrutan los suscriptores del nivel superior. Sólo se mantienen sin cambios por el momento los precios de las ofertas “Estándar” (13,49 euros) y “con publicidad” (5,99 euros).

Los usuarios franceses tienen dificultades para digerir este aumento general de los precios. Al igual que Delphine, Céline abandonó Netflix el mes pasado. Este joven de Var, de 27 años, considera “exageradas” las subidas impuestas por el gigante del streaming. Sin embargo, no fueron los pocos euros de aumento lo que le convenció para dar el paso. «Lo que realmente me decidió fue que ya no podía compartir mi cuenta».

Después de haber hecho la vista gorda ante esta práctica generalizada durante mucho tiempo, Netflix finalmente ha apretado la tuerca: ya no es posible compartir tu cuenta más allá del círculo familiar, a menos que gastes 6 euros más al mes por cada conexión adicional. “Como vivo sola, esto equivale a pagar casi 15 euros al mes solo por mi uso, mientras que antes, por 12 euros al mes, la suscripción beneficiaba a varios de mis amigos y compartíamos la factura”, explica la joven. “Era mucho más rentable”, concluye. Céline también prevé conservar Spotify y Disney, dos plataformas más propicias para compartir cuentas.

Para otros, sin embargo, la luna de miel con el streaming ha terminado. Después de la ilusión de los primeros años, ya no encuentran la relación calidad-precio que esperaban. “Suspendí mi suscripción a Netflix porque no veo sentido a aumentar los precios cuando cada vez hay menos opciones en cuanto a series y películas”, se queja Charlotte, de 26 años. El joven trabajador forma parte del 51% de los franceses que consideran que su suscripción a Netflix es «moderada o insatisfactoria». Eran, según Bearing Point, sólo el 45% en 2021. Incluso Spotify no le parece imprescindible. “Lo escucho en Youtube y me sienta muy bien”, asegura. Porque Charlotte está cansada de ver cómo estos gigantes americanos aumentan sus resultados cuando ella y sus amigas se aprietan el cinturón a diario. “Me parece escandaloso. Se trata de grandes empresas que no necesitan aumentar, especialmente en un momento en el que los salarios están estancados y muchos de nosotros estamos mirando el precio de los artículos en los supermercados”. “Perderán clientes”, advierte.

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La revuelta de los suscriptores franceses no se limita a las plataformas americanas. Fiel a Canal, “el canal que financia el cine francés”, Geneviève se plantea cancelar su suscripción. “Porque son 5 euros más cada año durante 5 años y porque la diversidad de la oferta está en declive”, argumenta el cincuentón. A su alrededor, muchos ya han pasado al streaming “salvaje” con IPTV, una tecnología ilegal que permite el acceso a casi todos los canales de televisión, así como a una amplia variedad de contenidos de pago, desde las principales plataformas de streaming. “Mi hijo sólo usa eso”, suspira Geneviève.

De hecho, no es necesario ser un pirata 2.0 para aprovechar esta herramienta: con el auge de los televisores conectados, recurrir al streaming ilegal se ha convertido en un juego de niños. Algunos también lo ven como una forma de resistir a una industria del streaming que se ha vuelto más elitista. “Pronto sólo quedarán los ricos y honestos para pagar”, se burla Geneviève.

Aún así, existen métodos legales para reducir su factura de transmisión. Opte, por ejemplo, por una oferta integrada de su proveedor de Internet. Si bien gastó casi 30 euros solo en sus suscripciones a Disney, Netflix y Prime Video, Ange ahora se beneficia de un “pack” que le permite beneficiarse también de Apple TV, Canal, OCS y Paramount. Todo por un total de 30,99 euros al mes. Pero, para obtener esta tarifa ventajosa, el treintañero tuvo que comprometerse a dos años… «Eso no se da a todos», admite. “Aun así, es mucho más ventajoso que suscribirse mes a mes a diferentes plataformas”, argumenta el treintañero, que ya anima a sus amigos a hacer lo mismo.