En BP tampoco jugamos con el amor en la oficina. Bernard Looney, director general del gigante petrolero británico, lo experimenta. El martes, apenas cuatro años después de su llegada al frente del grupo, tuvo que dimitir, con efecto inmediato.
No se trata de su gestión de la carrera, ni de su dilación estratégica en la transición energética, sino de las “relaciones” con un “pequeño número” de colegas: la comunicación escrita en inglés no permite determinar el tipo de las personas interesadas. En mayo de 2022, el consejo de supervisión de BP fue informado del comportamiento del directivo, que ha desarrollado toda su carrera en el grupo.
Las acusaciones anónimas dieron lugar a verificaciones. Bernard Looney había reconocido “un pequeño número de relaciones duraderas con colegas, que datan de antes de que asumiera el cargo de director general”. Nada contravenía el código de conducta de la empresa. Bernard Looney se había mostrado arrepentido y asegurado que no lo volverían a atrapar. La esponja había sido eliminada.
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Lamentablemente, recientemente el consejo recibió nuevas acusaciones de la misma naturaleza. Se ha abierto una nueva investigación. El jefe de BP, de 53 años, no esperó el resultado antes de abandonar la empresa. Sin embargo, admitió “no haber sido completamente transparente en estas declaraciones anteriores”, sin dar más detalles. Lo único seguro es que su relación con BP terminó esta semana.