Listo para el invierno. En la cubierta del Cape Ann, la tripulación está afinando los ajustes finales. Este barco como ningún otro entró en el puerto de Le Havre el 18 de septiembre y, a diferencia de los demás, se espera que permanezca atracado durante al menos cinco años. Dedicada al transporte de metano, se transformó en una terminal flotante de GNL (FSRU), una unidad capaz de almacenar gas natural licuado (GNL) y transformarlo nuevamente en gas para poder inyectarlo a la red. Debería estar operativo la próxima semana, una vez realizadas las pruebas finales.

Si ha llegado con las bodegas llenas de GNL noruego, será reabastecido desde Estados Unidos, Qatar o Noruega. La FSRU satisface las necesidades de Francia y sus vecinos europeos, que buscan nuevas fuentes de suministro de gas después de reducir drásticamente sus importaciones desde Rusia. Auténtica válvula de seguridad para el equilibrio del mercado, puede procesar un máximo de 5 mil millones de metros cúbicos de GNL al año, o alrededor del 10% del consumo francés.

Para TotalEnergies, no se trata de triunfalismo. El proyecto es ampliamente cuestionado por organizaciones ambientalistas, opuestas a cualquier forma de consumo de hidrocarburos. Sin embargo, debe contribuir al equilibrio del mercado e intentar evitar un nuevo aumento de los precios del gas por el riesgo de desabastecimiento. La necesidad de llegar a fin de mes ha precedido a la lucha contra el cambio climático.