La celebración podría haberse convertido en una tragedia. El sábado 11 de febrero por la noche, cerca de doscientos fieles reunidos en la iglesia de Saint-Hilaire en Tincques, a 35 kilómetros de Arras, experimentaron síntomas de náuseas. Alertados, los bomberos identificaron el envenenamiento por monóxido de carbono (CO) de una calefacción en mal estado. Setenta personas fueron atendidas el sábado por la noche, incluidas siete hospitalizadas, dijo a Le Figaro el SDIS 62. El domingo por la mañana, dos niños aún estaban bajo observación en “emergencia relativa”.
Esa noche, la iglesia estaba repleta con motivo de esta ceremonia organizada en la víspera del Día Nacional de Prevención del Suicidio, y presidida por el obispo de Arras, Monseñor Leborgne. Durante la misa, varias personas del público empiezan a sentir dolores de cabeza y ganas de vomitar. Tres de ellos se apoderan de la incomodidad. «Por mi parte, no me di cuenta de nada hasta que vi caer a una adolescente», dijo a Le Figaro el padre Vincent Batantou, párroco. Yo pensé que era la emoción, porque había varias familias cuyos hijos se habían suicidado y el ambiente era muy recogido”.
«Fue raro, las velas se apagaron solas», dijo otra persona en la audiencia a La Voix du Nord. «Los encendimos varias veces». El alcalde Jacques Thellier, también presente en la parte trasera de la iglesia, afirma no haber sentido nada. “Fue más bien después de la ceremonia que la mayoría de la gente experimentó los síntomas, en el momento del vaso compartido con el obispo”, precisa el padre Batantou. “Vimos a dos adultos sentirse mal nuevamente. Fue entonces cuando empezamos a hablar de una fuga de gas.
A las 21 horas, el Samu es alertado. Los bomberos, unos cuarenta para intervenir, atienden a 70 personas reunidas en el ayuntamiento. Los primeros análisis en la iglesia revelan una concentración de monóxido de carbono de 238 partículas por millón (PPM), una tasa explosiva. En cuestión, una calefacción radiante defectuosa “que se utiliza especialmente para calentar a los coristas y los músicos”, precisó el alcalde del pueblo el domingo por la mañana al micrófono de France 3 Hauts-de-France.
El gas se habría filtrado de la bombona que alimentaba la calefacción, explica el SDIS 62. “Todos los aparatos de calefacción se pusieron fuera de servicio y se prefirió la ventilación natural”. La gendarmería ha abierto una investigación para identificar la fuga.
El sacerdote, por su parte, le confió a Le Figaro que «a menudo» olía el olor a gas en el coro. Ya a principios de invierno, se había sentido mal durante una celebración. “La mayoría de las iglesias antiguas tienen muchos sistemas anticuados”, lamenta. Por su parte, los feligreses han creado un grupo de WhatsApp para mantenerse informados del estado de cada uno. “No hay nada grave, gracias a Dios, pero esta mañana me llamó un parroquiano diciéndome que estaba vomitando y que no vendría a la misa dominical”, indica de nuevo el párroco de la parroquia.