Se trata de una nota de tres páginas, elaborada por los servicios del Estado y obtenida por Le Figaro, que confirma un fenómeno ahora conocido: el aumento de los ataques al laicismo en las escuelas y, en particular, el aumento de la preocupación por el uso de símbolos y vestimentas religiosas. Entre estos últimos, preocupan especialmente las abayas, vestidos largos islámicos para mujeres, y, en menor medida, los qamis, sus homólogos masculinos. «El año escolar 2022-2023 estuvo marcado por un fuerte aumento en el número de denuncias de ataques al laicismo y de la categoría de llevar carteles y vestimentas que no respetan la ley del 15 de marzo de 2004», insiste esta nota de los servicios de Estado.

Una sola comparación resume la situación: de septiembre a noviembre de 2021, se presentaron al Ministerio 91 denuncias por uso de carteles y vestimentas, es decir, el 14% de los ataques al laicismo durante el período; De abril a julio de 2023 se registraron 923 denuncias, es decir, el 49% de los ataques al laicismo. Según el documento, al menos 150 establecimientos deben hacer frente al fenómeno de las abayas, que a veces resulta masivo. “El número de chicas jóvenes que visten este tipo de trajes dentro de un mismo establecimiento es a veces relativamente elevado, más de 30 por día”, asegura un actor del sector.

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Si un rector cree que «este es el primer año en el que este fenómeno se registra con tanta intensidad», no es la primera vez que el tema de las abayas pasa a primer plano. A principios de junio de 2022, un artículo de L’Opinion arrojaba una piedra al charco al asegurar que «la Educación Nacional se enfrenta a una epidemia de vestimentas islámicas». «Cuando hay epidemias, tiene que haber síntomas y medimos», reacciona luego el jefe de Estado Emmanuel Macron, asegurando que con Pap Ndiaye, entonces ministro de Educación, cuentan bien «mirar, medir y responder con la máxima claridad». a todas las situaciones que no se ajusten a las leyes de la República». Lamentablemente, el tema sigue siendo tabú durante muchos meses, ya que el inquilino de la calle de Grenelle se muestra muy cauteloso. Sin embargo, entre bastidores, el centro nacional «Valores de la República» alerta a los rectores.

En octubre de 2022, Pap Ndiaye acabó reconociendo en France 2: “Es cierto que desde hace un año, el número de informaciones relativas a vestimentas, digamos islámicas, va en aumento. Existe el famoso fenómeno de las abayas”. Unos días más tarde, en Le Monde, vuelve a mencionar «una oleada de vestimentas que pueden considerarse religiosas», como «abayas, qamis y pañuelos». Pero se mantiene en su posición, como recuerda en Le Grand Jury RTL – LCI – Le Figaro del 16 de octubre: «aplicar estricta y firmemente» la ley de 2004 sobre la laicidad en las escuelas, sin establecer «un catálogo de vestimenta que, por otra parte, sería frustrado al día siguiente». Esto, mientras que los jefes de establecimiento están muy interesados ​​en directivas precisas. “No podemos ser árbitros en materia de equipos”, subraya por ejemplo el Snpden, principal sindicato de directivos. “Abayas, qamis, ¿sí o no? »

En agosto de 2023, todavía no hay una respuesta oficial a esta pregunta. Pero gracias al rediseño de este verano, la situación bien podría cambiar. El jueves 27 de julio, en el avión que lo trae de regreso de un viaje a Hérault, el nuevo Ministro de Educación Nacional, Gabriel Attal, confía así a Le Figaro: «Las abayas son prendas religiosas: deben ser tratadas como tales». En octubre de 2022, la secretaria de Estado de Ciudadanía, Sonia Backès, ya había declarado en Franceinfo: «Por supuesto que las abayas son marcadores religiosos», añadiendo que quienes las llevan «lo hacen a modo de provocación». Una visión diametralmente opuesta a la del Consejo Francés de Culto Musulmán (CFCM), según el cual esta prenda «no es» un «signo religioso musulmán». En un comunicado de prensa del 11 de junio, el CFCM quiso «reafirmar que, en la tradición musulmana, […] cualquier prenda de vestir no es en sí misma un signo religioso».

De manera más general, más allá del fenómeno de las abayas, son todos los ataques al laicismo en la escuela los que aumentan de manera preocupante: disputas docentes, provocaciones verbales, sospechas de proselitismo, demandas comunitarias, rechazo de la actividad escolar… A principios de En el año 2018, recuerda la nota de los servicios del Estado, sólo se registraron 235 ataques al laicismo. Hasta marzo de 2020, la curva se mantuvo generalmente estable, alrededor de 250 informes, antes de que el primer confinamiento vinculado al Covid-19 pusiera fin a la presencia de los estudiantes en las escuelas y, por tanto, a los ataques al laicismo en las aulas.

En octubre de 2020, la muerte de Samuel Paty cambió por completo la situación. El asesinato de este profesor de historia y geografía por un terrorista islamista, cuando el profesor salía del colegio de Conflans-Sainte-Honorine (Yvelines) donde ejercía, «marca una ruptura en la evolución de las informaciones sobre ataques al laicismo», señala la nota. tensiones. De septiembre a noviembre de 2020, se registraron 1.332 infracciones… En 2021, los informes fluctuaron entre 347 y 636 por trimestre. Antes de despegar sin volver a caer: 904 informes de abril a julio de 2022, 1.386 de septiembre a noviembre de 2022, 1.432 de diciembre a marzo de 2022 y, sobre todo, 1.892 de abril a julio de 2023. En total, se han registrado así 4.710 ataques al laicismo. contabilizados para el curso escolar 2022-2023, frente a 2.167 el año anterior, es decir, menos de la mitad.

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Peor aun. Si ya sabíamos que estas cifras edificantes no son por naturaleza exhaustivas, una encuesta realizada por el Snpden publicada el pasado mes de marzo reveló que muchos jefes de establecimiento y asistentes no atribuían a su jerarquía los incidentes de los que tenían conocimiento. Una «desgana general» que se explica, según el sindicato, por varios motivos, en particular «el miedo a no ser seguido por la institución y a encontrarse ‘solo en el frente'». Esta autocensura también se da entre algunos docentes, por las mismas razones. «En algunos establecimientos, los colegas prefieren ser fluidos en estas cuestiones relativas a la vestimenta religiosa», subraya un experimentado profesor de literatura, también coautor de un libro titulado Estas pequeñas renuncias que matan (Plon, 2022).