El texto sobre «un modelo francés de final de vida», que autoriza la asistencia activa a la muerte, deberá presentarse al Consejo de Ministros en diciembre, según reveló el periódico L’Opinion. Esta elección del calendario, realizada en el Elíseo, es confirmada en Le Figaro por el séquito de Agnès Firmin Le Bodo, ministra delegada ante el Ministro de Sanidad y líder del debate sobre el fin de la vida. Esta importante reforma social, que probablemente provocará un “vértigo ético”, según la expresión de Emmanuel Macron, sigue siendo objeto de arbitrajes finales. Este texto también deberá ser transmitido al Consejo de Estado antes de su presentación. La fecha de su examen en la Asamblea Nacional, en un calendario parlamentario muy intenso a principios de año, sigue siendo incierta.

El día después del informe de la Convención de Ciudadanos, a principios de abril, Emmanuel Macron anunció un proyecto de ley sobre asistencia activa a los moribundos para finales del verano. Agnès Firmin Le Bodo presentó propuestas a finales de septiembre. Pero el calendario de presentación del texto tardó en revelarse, lo que sembró dudas sobre el deseo del presidente de avanzar en este delicado tema entre los partidarios de la eutanasia y el suicidio asistido.

Por el contrario, los cuidadores y parlamentarios aprovecharon este período de incertidumbre para aumentar el número de advertencias. Un grupo transpartidista de doce diputados renacentistas, LR y comunistas firmaron una columna en L’Express para pedir al gobierno que disociara la cuestión de los cuidados del desarrollo de los cuidados paliativos y de la asistencia activa a la muerte para no «distorsionar el debate». Desde hace varios meses, Agnès Firmin Le Bodo anuncia que el proyecto de ley debe tener tres partes: acceso a los cuidados paliativos, derechos de los pacientes y asistencia activa en la muerte. «Combinar cuestiones esencialmente diferentes en un mismo texto sería un error y nos privaría colectivamente de la libertad de expresión que nos confiere la Constitución», argumentan estos parlamentarios. Su llamamiento cuenta con el apoyo del colectivo de 800.000 cuidadores para quienes “matar no es tratamiento”. «Esperamos que las próximas semanas nos den tiempo para evitar la confusión entre cuidados paliativos y muerte administrada, que son dos caminos opuestos que no pueden confundirse en el mismo texto», reacciona la doctora Claire Fourcade, presidenta de la sociedad Apoyo francés y cuidados paliativos (SFAP), que considera que “la co-construcción prometida por el ejecutivo no se ha producido por el momento”. Ante la perspectiva de un texto de contornos aún desconocidos, sigue abogando por que “se tengan en cuenta las consecuencias de un proyecto de este tipo sobre la relación de cuidados y sobre la sociedad en su conjunto”.

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Para el Elíseo, se trata de trazar el estrecho camino hacia la apertura de una asistencia activa a la muerte para los pacientes adultos que padecen una enfermedad incurable, con un pronóstico vital comprometido a medio plazo. La idea del suicidio asistido fue mencionada varias veces por Agnès Firmin Le Bodo en sus entrevistas. Pero la delicada cuestión de una excepción a la eutanasia para pacientes que no son capaces de realizar por sí mismos el procedimiento letal no se ha resuelto oficialmente. Los parlamentarios partidarios del texto, como el diputado Olivier Falorni, recuerdan por su parte que la “coconstrucción del texto se realizará en el Parlamento”. Cualesquiera que sean las opciones, la expresión “muerte elegida” debería mantenerse en el texto.