¿Tendrán que volver a vivir los parisinos con montañas de cubos de basura en las aceras y olores pestilentes bajo las ventanas? Si bien apenas se recuperan de la primera huelga de recolectores de basura y finalmente se limpian las calles de las toneladas de basura almacenada, la situación podría volver a deteriorarse. Para reiterar su oposición a la reforma de las pensiones, la CGT lanza una nueva convocatoria de huelga el jueves con los recolectores de basura en la capital.

En un comunicado de prensa enviado el miércoles, el sindicato enumera todos los agentes que cree que deberían unirse al movimiento. Además de recolectores de basura, maduradores, barrenderos, también les pide a “los alcantarillados, obreros, choferes, auxiliares técnicos, supervisores, ejecutivos de saneamiento…” que reduzcan la velocidad. La CGT también quiere que el personal de las incineradoras ubicadas alrededor de París participe en la parálisis. En vísperas de la esperada decisión del Consejo Constitucional sobre la reforma, los organizadores de esta nueva acción de protesta quieren dar un golpe fuerte.

Pero el alcance de la movilización sigue siendo la gran incógnita. A fines de marzo, la CGT había suspendido el primer movimiento, que comenzó el 7 de marzo, debido a la disminución del número de huelguistas a lo largo de las semanas. Golpeados en el bolsillo con salarios perdidos por cada día no trabajado, muchos de ellos eventualmente regresaron a trabajar. Este jueves por la mañana, con la presencia anunciada de Sophie Binet, la nueva secretaria general de la CGT, debe celebrarse una asamblea general frente a uno de los tres centros de incineración, en Ivry. Una cita que «debe permitir medir el alcance de la movilización», según Natacha Pommet, secretaria general de la CGT, federación de servicios públicos. Para presionar al gobierno, el sindicato espera que los empleados de empresas privadas que trabajan en París para la recolección de botes de basura se sumen a los agentes del servicio público en esta nueva movilización, cuya duración es, hasta la fecha, incierta.

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Por ahora, el paro está previsto para dos días, jueves y viernes. “Pero no sabemos las consecuencias de esta acción. Todo dependerá de la decisión del Consejo Constitucional”, dice uno a la CGT. Por su parte, Natacha Pommet cree que el movimiento podría ser a largo plazo. “La insatisfacción va más allá de la sola reforma de pensiones. Los efectos de la inflación se sienten en los hogares y es necesario aumentar los salarios. Estamos ante un auténtico enfado social”, advierte.

Por el momento, la Prefectura de Policía no reacciona. Es demasiado pronto, dice, para considerar pedidos como terminó haciendo durante el primer movimiento. Tras diez días de huelga, mientras las calles de la capital se convertían en vertederos, el ‘PP’ había terminado requisando a 674 agentes y 11 empresas bajo gestión o concesionarias, el 16 de marzo. Una decisión que tuvo como efecto volver a poner en servicio 206 camiones, desbloquear parcialmente los centros de clasificación y recoger parte de las 9.300 toneladas de basura entonces identificadas en París.

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Alrededor de la capital, los tres incineradores podrían ser bloqueados mañana, como sucedió el mes pasado. “La semana pasada todavía había algunos bloqueos”, le decimos a Syctom, el sindicato mixto propietario de estas instalaciones. Por el momento, solo un sitio, ubicado en Saint-Ouen, está realmente bloqueado. Pero si la parálisis aumentara, Syctom pondría en marcha un plan B para transportar los residuos más lejos en la región de París, a otros centros de incineración. Como ya había hecho durante la huelga anterior.