Nicaragua es una de las sorpresas en el Índice Global de Persecución Cristiana ya que este pequeño país latinoamericano ha subido, en un año, como ningún país del mundo, una veintena de puestos en el ranking de los peores perseguidores de cristianos. Su población de 5,6 millones es 30% protestante y 50% católica.
“El gobierno de Daniel Ortega reprime abiertamente la libertad religiosa y no oculta su hostilidad contra la Iglesia, observa la asociación Puertas Abiertas, sobre todo porque los líderes cristianos han pedido públicamente que se respete el Estado de derecho”. Así es como “las universidades cristianas pierden su reconocimiento legal. El gobierno confisca los medios de comunicación cristianos. Muchas diócesis e iglesias tienen bloqueado el acceso a sus cuentas bancarias. Y ciertas celebraciones cristianas públicas están prohibidas”.
Sin olvidar las “347 iglesias” que sufrieron ataques en 2023. En este contexto, el 18 de marzo, el Vaticano cerró su representación diplomática. Un mes antes, en febrero de 2023, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, arzobispo de Matagalpan, importante ciudad del centro del país, había sido detenido y luego juzgado: despojado de su nacionalidad, fue condenado a 26 años de prisión por “ Conspiración contra el Estado. Fue uno de los obispos más críticos del régimen populista de izquierda de Daniel Ortega.
Más recientemente, el 20 de diciembre, también fue detenido otro obispo, monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega. ¿Su crimen? Habiendo llamado a orar por Mons. Álvarez Lagos. El régimen también encarceló a quince sacerdotes y dos seminaristas. Estos diecisiete clérigos católicos fueron finalmente expulsados de Nicaragua, el 14 de enero, para ser recibidos por el Vaticano. Roma llevó a cabo esta negociación con el apoyo del Papa.