Disfrazado en el patio del ayuntamiento de Béziers (Hérault), el joven no se quita. «¡Me parece repugnante!» dice a los periodistas presentes. Tal y como había anunciado en los últimos días en los medios de comunicación, el alcalde Robert Ménard se negó, este viernes 7 de julio, a casar a la pareja, cuyo futuro marido es un argelino en situación irregular y bajo los efectos de una obligación de abandonar territorio francés ( OQTF).

“Estamos muy enamorados de mi mujer”, afirma el joven al micrófono de CNews, asegurando que vive con su pareja desde hace “siete meses”. «Mientras mi esposa esté conmigo [sic], no me importa Ménard», agregó, diciendo que estaba listo para ir «a Argelia» para celebrar su boda. “Y regresaré a Francia con mis papeles”.

Su compañero se encontró con Robert Ménard por la mañana, solo. “El alcalde me dijo que no era personal, pero que no se casaría con nosotros”, relata a Midi Libre. Por tanto, la pareja permaneció, con algunos familiares, en el salón del ayuntamiento antes de salir, siempre según el diario local, para presentar una denuncia en la comisaría. “Que pongan una denuncia”, reaccionó el alcalde en CNoticias, al considerar que la situación “pone al Estado por delante de sus responsabilidades”. Durante el encuentro con la joven, que según él mantuvo «un discurso militante», asegura haberla sorprendido «grabando la conversación».

El concejal había advertido que se negaría a celebrar esta unión. “Es argelino, tiene 23 años, quiere casarse con una francesa seis años mayor que él, ya madre de tres hijos: ¡huele a matrimonio blanco con la nariz llena!”, se molestó este miércoles en Le Figaro. también describiendo a una futura novia que “no trabaja y vive de la asistencia social”.

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Sin embargo, el fiscal le había recordado que la ley lo obligaba a celebrar este matrimonio. La fiscalía de Béziers indica que los dos futuros cónyuges fueron recibidos por separado el 15 de mayo e interrogados sobre su relación, informa Le Métropolitain. Se notó «ninguna inconsistencia» y la fiscalía no había decidido suspender su unión. El matrimonio debe celebrarse con independencia de la situación de los futuros cónyuges a ojos de la administración. Sin embargo, no impide la expulsión.