Institucionalizada en Estados Unidos antes de cada elección, la “prueba de la cerveza” permite tradicionalmente medir el grado de simpatía de los personajes políticos en la opinión pública. Así, tras un mandato con resultados muy dispares, este estudio reveló, en 2004, que el 57% de los estadounidenses preferían tomar una cerveza con el presidente republicano saliente, George W. Bush, antes que con su oponente demócrata, John Kerry. En Francia, el instituto Ifop realizó una encuesta similar para CorioLink, cuyos resultados revela Le Figaro.

Un gran tercio del país (37%) preferiría brindar con Édouard Philippe, que había admitido públicamente su debilidad por Corona en 2019. En esta clasificación, el ex primer ministro macronista aventaja por un amplio margen a Marine Le Pen (35%). Escaso margen de cabeza, aunque el nacionalista es el único que progresa desde el lanzamiento de la prueba, con un incremento de 10 puntos en cinco años. En cuanto al muy popular Ministro de Educación Nacional, Gabriel Attal, hizo una entrada notable en el podio: obtuvo el 34%, a la edad de 34 años.

Por su parte, Emmanuel Macron muestra un claro retroceso de 16 puntos respecto a 2017, con un 28% frente al 44% de entonces. El reciente vídeo del Presidente de la República tragándose una Corona «seca» en el vestuario del Stade Toulousain después de la final del Top 14 no parece haber sido suficiente para invertir la tendencia. Detrás del jefe de Estado se encuentran, finalmente, la zemmourista Marion Maréchal (27%), el comunista Fabien Roussel (25%), el ministro de Economía, Bruno Le Maire (24%), su colega del Interior, Gérald Darmanin ( 23%), el Insoumis François Ruffin (22%) y la jefa de Gobierno, Élisabeth Borne (21%). El tercer hombre en las últimas elecciones presidenciales, Jean-Luc Mélenchon, está experimentando una fuerte caída, que ahora alcanza el 15%.

En la perspectiva de un “cara a cara” entre personalidades, los franceses deciden el partido de la derecha votando al jefe de Horizons, Édouard Philippe, en lugar del presidente de LR de Auvergne-Rhône-Alpes, Laurent Wauquiez, para El 37% frente al 11%, mientras que el 52% no elige ninguna de las dos opciones. En la familia Le Pen, es la tía Marine (27%) la que gana a la sobrina Marion (16%). En el seno del gobierno, Gabriel Attal (33%) aplasta a Gérald Darmanin (9%). Finalmente, entre los Insoumis, François Ruffin (22%) gana a Jean-Luc Mélenchon (12%), mientras que el comunista Fabien Roussel (24%) distancia a la ecologista Sandrine Rousseau (8%).

Cuando se les pregunta sobre las motivaciones que los empujan a querer enfrentarse a tal o cual líder político, el 60% de los franceses dicen que quieren «verificar el conocimiento» de los líderes políticos sobre «la vida real de las personas». Casi la misma cantidad (57%) dice que busca comprender la visión de estas personalidades para el futuro del país. Entre los temas que discutirían entre dos sorbos, tres cuartas partes (73%) discutirían “la inflación y sus consecuencias sobre el poder adquisitivo”, muy por delante de las dificultades inmobiliarias (32%) y el cambio climático (29%).

Una señal de que la cerveza es un poderoso marcador social detrás del cual los políticos llevan mucho tiempo corriendo. En febrero de 1995, mientras competía por las elecciones presidenciales, Jacques Chirac se burló de este cliché en Libération: “Por supuesto que soy de izquierda: como chucrut, bebo cerveza. » En aquel momento, sin embargo, el Corrézien no fue el último en aparecer con un “musgo” en la mano, para cultivar su proximidad a las clases populares. Tres décadas después, los actores han cambiado, pero no la receta. Gérald Darmanin, elegido funcionario de Tourcoing (Norte), repite una y otra vez que es un aficionado a esta bebida lupulada. Aunque esto signifique llegar a denunciar, a finales de 2019, en Paris Match, la ausencia de “personas que beben cerveza y comen con los dedos” en el entorno de Emmanuel Macron. Ausencia que cree que es el único que puede ahuyentar. Aunque la opinión pública no le dé crédito por ello.