“Aunque no todo fuera perfecto, lo logramos. Mentalmente éramos fuertes”. “Dibujamos mucho para volver a este partido mal iniciado, pero mostramos mucho carácter”. Ya sea Nikola Karabatic o Ludovic Fabregas, todos los Blues coincidieron en un punto la noche del miércoles, después de derrotar a Alemania (35-28) en los cuartos de final de la Copa del Mundo: esta selección francesa tiene una fortaleza mental inquebrantable. Lo que le permite superar todos los obstáculos, recuperarse de todo, revertir el equilibrio de poder desfavorable dentro de las reuniones. Como ocurrió en el último partido de la jornada principal cuando España ganaba por tres goles al inicio de la segunda parte, antes de morder el polvo (28-26). Y como ya ocurrió en los cuartos de final ante las alemanas, que irrumpieron en el partido con una ventaja de cuatro puntos (7-11) tras un cuarto de hora de juego, «desgaste», en palabras de Kentin Mahé.

Esa capacidad de no soltarse nunca debería resultar muy valiosa este viernes (21:00 horas, TF1 y BeIN Sport), al enfrentarse a Suecia, vigente campeona de Europa, en semifinales, en casa, en su majestuoso estadio cubierto con 20.000 plazas en Estocolmo. Una formación escandinava que privó a los Blues de la final hace dos años, durante la Copa del Mundo en Egipto (32-26 victoria en las semifinales), luego nuevamente en Budapest hace un año en la Euro (éxito 34 -33, todavía en mitad). Baste decir que nadie en las filas francesas imagina inclinarse por tercera vez consecutiva a estas alturas de la competición. A fuerza de sus siete victorias en siete partidos hasta el momento -como los suecos-, los campeones olímpicos de Tokio sueñan con conquistar una… séptima estrella, ellos que ya ostentan el récord con seis coronas mundiales. Una actuación que sería tanto más impresionante cuanto que el entrenador de los Blues, Guillaume Gille, no ha escatimado nada durante un mes…

Así, a la hora de desarrollar su grupo para este Campeonato del Mundo, el exintegrante de los Expertos tuvo que lidiar con múltiples ausencias por lesiones: Hugo Descat, Timothey N’Guessan, Karl Konan, Aymeric Minne, Benoît Kounkoud, Wesley Pardin, Kyllian Villeminot… Lejos de detenerse allí, los problemas físicos lo han seguido persiguiendo desde el comienzo de la competencia. Entre los abdominales de Dika Mem, el pie izquierdo de Nikola Karabatic, la espalda de Luka Karabatic o la mano derecha de Thibaud Briet, el técnico francés nunca ha sido capaz de alinear al mismo equipo de un partido a otro. Pero eso no impidió que el barco azul-blanco-rojo avanzara, a toda vela y contra el viento. Prueba, si es necesario, de la formidable cantera de talento de la que dispone Francia en la disciplina, y de la calidad de la formación que allí se imparte, materializada en numerosos títulos -campeones del mundo sub 21 en 2015 y 2019 por ejemplo- y podios en la categorías juveniles.

Basta con mirar las estadísticas de los Blues desde el inicio del Mundial para darse cuenta mejor. Ningún otro equipo de los últimos cuatro tiene dos suplentes, Kentin Mahé (30 goles) y Nicolas Tournat (26 goles), como máximos goleadores, aunque el estado de Mahé ha cambiado y su tiempo de juego aumentó con la ausencia de Dika Mem durante cuatro encuentros. Del mismo modo, Francia no tiene un solo jugador en el Top 20 de máximos goleadores, una señal de que el peligro viene de todas partes con siete jugadores que han marcado al menos 20 goles, una distribución única en su tipo. Suecia, en comparación, tiene solo cinco. Y entre estos siete encontramos a Thibaud Briet (20 goles) y Melvyn Richardson (23 goles), dos residentes del banquillo. Cuya profundidad parece inagotable. Una observación válida también en el puesto de portero, con Rémi Desbonnet, un auténtico héroe de la clasificación contra Alemania y capaz de sustituir eficazmente a Vincent Gérard con su 42% de paradas (el segundo mejor ratio de la competición).

Clasificados por quinta vez consecutiva para los cuartos de final de una Copa del Mundo, los Blues parecen, como la hidra que ve crecer inmediatamente cada una de sus cabezas cortadas, capaces de regenerarse indefinidamente. Tanto es así que Guillaume Gille podría vivir un auténtico quebradero de cabeza dentro de año y medio, cuando tenga que anunciar su lista de «sólo» 14 jugadores para los Juegos Olímpicos de París. Si por casualidad los 18 a su disposición ganan el título el domingo por la noche y el 7-8 lesionado vuelve al 100%, el entrenador deberá tomar decisiones difíciles. El problema de un hombre rico que él aceptará gustosamente. Pero antes, los Blues quieren tomar su (doble) revancha de Suecia, que deberá componer sin su maestro Jim Gottfridsson, para disputar una 8ª final mundial, ya sea contra Dinamarca o contra España el domingo. Y dado que ganaron los últimos seis en los que participaron, ellos los insumergibles, eso ofrecería buenas perspectivas…