Japón potencialmente abrió un nuevo capítulo en su historia espacial el jueves 7 de diciembre con la prueba exitosa de un motor de cohete propulsado únicamente por energía producida localmente: estiércol de vaca. En esta prueba, un motor impulsó una llama azul y naranja horizontalmente unos diez metros durante unos segundos a través de la puerta abierta de un hangar en la ciudad de Taiki, en la isla norteña de Hokkaido.

El biometano líquido necesario para el experimento se obtuvo a partir de “aportes” de ganado de dos productores lácteos locales, precisa Takahiro Inagawa, director de la empresa japonesa Interstellar Technologies. «Lo hacemos no sólo porque es bueno para el medio ambiente, sino también porque se puede producir localmente, es muy rentable y es un combustible de alto rendimiento y pureza», dijo Takahiro Inagawa a la AFP.

«Somos la primera empresa privada en hacer esto», añade. «No creo que sea exagerado pensar que esto se replicará en todo el mundo». Interstellar espera enviar satélites al espacio utilizando este combustible y se ha asociado con el productor de gas industrial Air Water, que trabaja con agricultores locales que tienen equipos para convertir el estiércol de vaca en biogás.

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«Japón, pobre en recursos, debe ahora asegurarse una fuente de energía neutra en carbono en su territorio», afirmó Tomohiro Nishikawa, ingeniero del grupo japonés de gas industrial Air Water. “La materia prima de las vacas de esta región tiene un enorme potencial. Según él, si la situación internacional evoluciona, es importante que Japón tenga esa fuente de energía. El biometano de Air Water ya es utilizado por una lechería local y otras fábricas, para calentar hogares y para impulsar camiones y barcos en programas piloto.

La agencia espacial japonesa Jaxa lanzó con éxito en septiembre su misión lunar “Moon Sniper”, pero el sector aeroespacial japonés se ha visto plagado de numerosos problemas en los últimos años, con dos misiones fallidas. Japón también ha experimentado reveses con sus lanzadores, con los fracasos a la hora de despegar el cohete H3 de nueva generación o el pequeño cohete Epsilon-6 de Jaxa.

El biogás derivado del estiércol de vaca ya se utiliza como combustible en todo el mundo, incluso para hacer funcionar los autobuses en la ciudad india de Indore, en lugar de fuentes convencionales más contaminantes. Ayuda a mitigar la enorme huella ambiental de la agricultura, que según Greenpeace es responsable del 14% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

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Si la combustión del biogás libera gases de efecto invernadero, lo mismo ocurre durante su proceso de degradación natural, ya que los escurrimientos de la ganadería también contaminan el suelo y los cursos de agua. Sólo las 900 cabezas de ganado de Eiji Mizushita, de 58 años, generan más de 40 toneladas de estiércol al día, y este participante en el proyecto ha puesto en marcha un sistema que recoge automáticamente la producción de sus animales, la fermenta y la transforma en biogás, fertilizante e incluso lecho para sus animales.

“Me alegra saber que los desechos de nuestros animales se utilizan para hacer volar un cohete”, se regocija Eiji Mizushita. “Necesitamos deshacernos del estiércol usándolo adecuadamente. También creo que el gobierno y la sociedad en general deberían tener una mirada diferente sobre la importancia de las energías renovables y fomentar su producción”, continúa.