Es una de esas joyas naturales que nos complace descubrir cuando vamos al Lot. Con sus aguas teñidas de verde y turquesa, la Sima de Padirac atrae cada año a numerosos curiosos. Todo comienza, para el visitante, con una inmersión vertiginosa en un universo húmedo y misterioso. El regreso en barco, entre los reflejos azules de este río de oscuridad que las profundidades parecen haber calmado, es un momento de gracia. El descubrimiento de la Gran Cúpula, una inmensa sala de 95 metros de altura, sutilmente iluminada, es mágico. Entendemos el éxito de esta atracción geológica que acaba de batir un nuevo récord de asistencia. 525.000 visitantes acudieron allí en 2023, superando su anterior récord de 503.000 visitantes, alcanzado en 2019.
Estas buenas cifras confirman el lugar de espeleología como uno de los destinos más populares de Occitania. El año pasado, la cavidad atrajo a 475.000 curiosos, un resultado muy bueno después de dos años marcados por la crisis del Covid. Para reforzar el atractivo del sitio, la dirección de Gouffre de Padirac ha multiplicado las iniciativas, con una rica programación cultural, pero también la apertura de un café-librería, enteramente centrado en el mundo de la exploración. Por no hablar de la instalación de una exposición fotográfica dedicada a los exploradores. En particular, conocemos a Edouard-Alfred Martel, que descubrió Padirac en 1889.
Situado en el corazón del valle del Dordoña, no lejos de Rocamadour, el Gouffre de Padirac es uno de los principales sitios patrimoniales naturales subterráneos de Francia. La cavidad tiene 33 metros de diámetro y 75 metros de profundidad. Permite a los más curiosos emprender un corto recorrido (peatonal y navegable) de 2 kilómetros hacia sus profundidades. Desde su descubrimiento hace más de 130 años, el sitio espeleológico ha atraído a más de 26 millones de visitantes. Actualmente cerrado, el sitio reabrirá sus puertas en marzo de 2024.
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