Millones de cuadrículas para procesar. Desde el 9 de noviembre, y hasta el 15 de noviembre, los alumnos desde CE2 hasta último curso han cumplimentado cuadrículas de autoevaluación sobre acoso escolar. En el programa: preguntas concretas destinadas a evaluar el bienestar de los estudiantes e identificar posibles víctimas de acoso. ¿La meta? Fotografíe el alcance de la lacra dentro de cada establecimiento pero también a escala nacional.
Para hacerlo bien, los establecimientos deben normalizar dos horas de horario escolar y “ofrecer” a los estudiantes la posibilidad de completar libremente estas plantillas. Totalmente anónimos, estos cuestionarios son distribuidos por el profesor principal de cada clase. “¿Tienes miedo de ir a la escuela por culpa de uno o más estudiantes? ¿Alguien te puso un apodo malo? ¿Te molestaron cuando estabas en el baño uno o más estudiantes?”, serán el tipo de preguntas que tendrán que responder. Pero una vez completados y devueltos a los profesores, ¿qué será de estos formularios y para qué se utilizarán?
Según el Ministerio de Educación Nacional, estas en primer lugar “facilitarán la detección de situaciones de acoso dentro del centro escolar o universitario”. ¿Pero cómo, si las redes son anónimas? “El director deberá detectar los casos de acoso relacionando las hojas que recibe con lo que ya ha observado en sus clases”, explica Élisabeth Allain-Moreno, secretaria general del Sindicato de Profesores-Unsa. «Si ya ha detectado señales, podrá identificar rápidamente a los estudiantes afectados». Luego, puede acercarse al alumno o a un “compañero que pueda ayudarle o darle instrucciones”.
Estas redes son el “buen término medio”, opina el sindicalista. “De hecho, son anónimos y, por lo tanto, dan confianza a los estudiantes, pero se completan en una escala de clase de 25 a 30 estudiantes”, lo que debería permitir a los profesores identificar más fácilmente a las víctimas potenciales.
También se invita a los profesores a prestar mucha atención a «las reacciones de los estudiantes y las emociones que algunos puedan mostrar» mientras rellenan los formularios, explica el ministerio en un documento enviado al personal educativo. Esto permite “facilitar su posible escucha y apoyo en caso de dificultad”, especifica la ficha.
Maxime Reppert, vicepresidente de la Unión Nacional de Escuelas Secundarias y Universitarias (Snalc), se muestra, por su parte, más pesimista sobre la identificación de los estudiantes por parte de los directores: “Los profesores tendrán que realizar un trabajo real de detección e identificar a los estudiantes, ya sea en relación con la escritura, o mediante una observación más profunda. El anonimato, deseado por el ministerio en particular para establecer estadísticas a mayor escala, «empaña el verdadero objetivo del cuestionario», lamenta. “¿Se utiliza para detectar casos de acoso o sacar cifras? Mezclar géneros te hace perder efectividad”, critica.
Si, no obstante, se identifican casos de acoso, corresponderá al equipo docente hacerse cargo de los estudiantes víctimas, explica Élisabeth Allain-Moreno. Es decir, psicólogos de la Educación Nacional, Asesores Principales de Educación (CPE) o incluso equipos de vida escolar. “Ellos son realmente quienes tienen las capacidades para apoyar a los estudiantes en un segundo paso”, explica el secretario general de la SE-Unsa.
Al reunir finalmente todos los archivos, los líderes escolares podrán obtener una instantánea del flagelo dentro de su escuela, escuela secundaria o escuela secundaria. Y esto, a todos los niveles: a nivel de una clase, de un nivel o a lo largo de todo el establecimiento. También nos permitirán comprender mejor la naturaleza de las relaciones entre los estudiantes: tipos de violencia, frecuencia de la violencia, ambiente dentro del establecimiento.
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Estas fichas tendrán, en definitiva, un objetivo estadístico a escala nacional. “El Departamento de Evaluación, Previsión y Rendimiento (DEPP) llevará a cabo un análisis (…) sobre la base de una muestra de escuelas y establecimientos seleccionada aleatoriamente, cuyos datos también serán anónimos”, explicó el ministerio en su prensa. lanzamiento a finales de octubre.
Para ello, el DEPP seleccionará “cuatro muestras representativas a nivel nacional de cuatro grupos de estudiantes, a saber: escolares, estudiantes de secundaria, estudiantes de secundaria profesional y estudiantes de secundaria general y tecnológica”, detalló rue de Grenelle en Le Fígaro, el 25 de octubre pasado. “Estas muestras estarán compuestas respectivamente por 100 escuelas primarias, 200 escuelas secundarias, 200 escuelas secundarias vocacionales o integrales y 200 escuelas secundarias generales y tecnológicas o integrales”, continuó el ministerio. Para las primarias, todas las planillas de autoevaluación serán enviadas al ministerio. Por otro lado, sólo una clase por escuela media y secundaria se verá afectada por los aumentos en estas grillas.
«Las estadísticas condenatorias tal vez actúen como una descarga eléctrica», esperaba Norman Gourrier, secretario general de la Unión Nacional de Escuelas Superiores y de Enseñanza Secundaria (SNCL), a pocos días del inicio de la semana dedicada al acoso. Sin embargo, otros sindicatos, como SE-Unsa, cuestionan este punto. «Las estadísticas no deben utilizarse para estigmatizar a las escuelas, que no son más que el receptáculo de los problemas de la sociedad», advierte Élisabeth Allain-Moreno, «de lo contrario será contraproducente porque acabamos de abrir un espacio para afrontar el problema».