El Camino Inca: representa sólo un pequeño segmento del Qhapac Ñan, la inmensa red que alguna vez permitió llegar a pie a las diferentes partes de este imperio precolombino. 30.000 kilómetros de senderos actuales desde Ecuador hasta Chile, catalogados como Patrimonio de la Humanidad. Pero sigue siendo el más famoso. Este tramo conectaba la capital, Cuzco, “el ombligo del mundo” en quechua, con la ciudad de Machu Picchu, encaramada en su cima desde el siglo XV. El caballo aún no había sido introducido por los conquistadores del siglo XVI, la rueda no se conocía… Entonces no quedaba otra opción que cruzar con el bastón la sierra de Vilcabamba, posiblemente acompañado de llamas para transportar sus mercancías.

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La caminata comienza en el Valle Sagrado en el “kilómetro 82”, en la línea de tren que une Ollantaytambo con Aguas Calientes, el pueblo al pie de Machu Picchu. Aquí termina el camino asfaltado hacia el Valle Sagrado, dando paso al sendero. La caminata comienza siguiendo el Río Urubamba, el “río sagrado” que cavó el valle. Sólo hay que esperar 5 kilómetros para ver los primeros restos incas: las ruinas de la ciudadela de Llactapata, compuesta por un conjunto de andenes, escaleras y canales. Las terrazas agrícolas que lo rodean fueron utilizadas para cultivar la «papa», nuestra querida papa nacida en los Andes… La vegetación se vuelve semitropical a medida que ascendemos hacia el primer campamento, Wayllabamba, ubicado cerca de los 3000 metros.

El segundo día, el más difícil, conduce al paso Warmiwanusca, a 4200 metros. Este punto más alto de la ruta es también el más fotografiado del recorrido, después del sitio de Machu Picchu: ofrece un panorama impresionante de las nieves eternas de la cordillera, incluidas las de la cumbre del Nevado Verónica, que alcanza los 5893 metros.

El largo descenso del tercer día estará marcado por el descubrimiento de tres sitios arqueológicos. El primero, Runkuraqay, era un tambo, esas posadas que salpicaban los caminos incas cada cinco a cuarenta kilómetros. Allí, la información pasaba de un chasqui a otro, estos ágiles corredores que pasaban el relevo para hacer circular mensajes por todo el imperio. ¡Las noticias de Cusco llegaron a Machu Picchu en cinco horas! Estos repartidores altamente entrenados podían descansar y comer en esta construcción semicircular de granito gris, cuyos nichos en las paredes tal vez servían para guardar sus efectos personales. Hiram Bingham, descubridor de Machu Picchu, pasó por Runkuraqay en abril de 1915. También exploró el siguiente sitio, Sayacmarca, «la ciudad inaccesible», espectacular al borde de su precipicio: se pasea por allí de una plataforma a la otra, entre las puertas trapezoidales y los templos de la luna y el sol. La etapa termina en el campamento instalado cerca de las ruinas de Phuyupatamarca, «lugar sobre las nubes», en una montaña a menudo envuelta en niebla por la mañana…

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A los excursionistas de larga distancia se les unen los que se bajan del tren para tomar el último tramo del Camino Inca. Estos 12 kilómetros se recorren en cuatro a seis horas, alternando 500 metros de ascenso y 300 metros de descenso. Un puente colgante conduce al sitio arqueológico de Chachabamba, en la margen izquierda del río Urubamba. Allí se descubrió una red de canales de piedra, entre 2016 y 2021: permitieron abastecer 14 piscinas, dedicadas a un ritual de purificación antes de llegar a Machu Picchu. El camino sube en medio de una vegetación tropical, donde las orquídeas aportan su toque colorido. Los colibríes revolotean en las ramas. Sólo falta un cóndor con las alas extendidas, el símbolo nacional…

A la vista durante esta última subida: las ruinas de Wiñaywayna – «eterna juventud» en quechua -, en la ladera de la montaña, encaramadas a 2650 metros de altitud. El ascenso continúa durante seis kilómetros hasta el paso donde se encuentra la Puerta del Sol, Inti Punku. A este paso se llega al amanecer para los excursionistas que caminan desde hace tres días, y por la tarde para los que partieron esa misma mañana. Este portal de piedra parece de más fácil acceso que la cascada que cruza Tintín en El Templo del Sol, esta aventura de Hergé inspirada en este grandioso escenario. Se recorre en solemne silencio, antes de quedar deslumbrado por este Machu Picchu catalogado entre las siete nuevas maravillas del mundo. “Es un sueño de infancia hecho realidad, el yacimiento arqueológico por excelencia”, exclaman emocionados Marilou y Pierre, dos treintañeros tolosanos hartos de la caricatura Las misteriosas ciudades de oro. Quedan 40 minutos de descenso hasta esta ciudad sagrada a la que llegamos desde lo alto. Luego encontramos el flujo de turistas allí con la sensación estimulante de ser un visitante aparte…

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Reserva obligatoria

Es imprescindible reservar la visita con varios meses de antelación, porque el número de personas está limitado a 500 personas por día, de los cuales sólo 200 excursionistas, supervisados ​​por guías y porteadores.

la mejor temporada

La época ideal es la estación seca y fría, particularmente soleada de mayo a septiembre, asegurándose de abrigarse bien debido a las grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche. Abril y octubre son buenos meses, menos ocupados, pero con un clima un poco más variable. El Camino Inca está cerrado por mantenimiento en febrero.

Logística

Está estrictamente prohibido realizar esta caminata sin acudir a una de las 200 agencias en Cusco acreditadas por el Ministerio de Cultura del Perú. La agencia local proporciona tiendas de campaña, colchones y comidas. Los participantes deberán traer su propio equipo personal: saco de dormir, buen calzado, chaqueta impermeable y mochila para el día.

Tarifas

Calcule al menos 500 € para la caminata de cuatro días (tren, guía, comida, pernoctaciones, entrada a Machu Picchu); al menos 400 euros para el trekking de dos días que incluye una noche de hotel en Aguas Calientes para una visita completa, el segundo día, a Machu Picchu, atravesado el día anterior sin haber tenido tiempo de detenerse.